En el siglo XVII, al sincretismo indígena/católico se unió la influencia de las religiones traídas por los esclavos negros.
La esclavitud provocó que hombres y mujeres, miembros de reinos, clanes y linajes diferentes, aliados y enemigos, cazadores, guerreros, agricultores, sacerdotes y hechiceros, en definitiva, personas con relaciones de parentesco propias, viviendo bajo una determinada organización social, política y religiosa, fueran retiradas de sus contextos para convertirse en mano de obra esclava en
una tierra distante y en una sociedad diferente a la suya.
Opino que esta idea no se puede olvidar a la hora de estudiar el candomblé.
La religión católica se utilizó como un arma contra la sublevación de los esclavos.
A los negros se les enseñaba la resignación y la obediencia al señor de la hacienda como forma de alcanzar el cielo y de redimir los pecados de sus almas.
Era frecuente la comparación entre las privaciones de la vida del esclavo y de los sufrimientos de Cristo para consolar a los esclavos.
Esta comparación me hace pensar en la sociedad sacralizada de Durkheim. La sociedad pone a prueba a los individuos y los somete, pero también vela por ellos.
Por otro lado vemos como el catolicismo sirvió a los intereses económicos de los colonizadores, hecho que me hace recordar algunos puntos de las teorías de Weber sobre el origen de la religión: las religiones son intencionadas, dirigidas a propósitos útiles y los desarrollos religiosos están condicionados por las circunstancias económicas, históricas y culturales específicas.
Las religiones africanas se caracterizaban por la creencia en dioses que se encarnaban en sus fieles y por la importancia de la magia.
El “sacerdote”, al manipular objetos como piedras, hierbas, amuletos… y hacer sacrificios de
animales, oraciones e invocaciones secretas, aseguraba poder entrar en contacto con los dioses, conocer el futuro, curar enfermedades, mejorar la suerte y transformar el destino de las personas. Por ello la magia africana era vista como práctica diabólica por las autoridades eclesiásticas, como ya había ocurrido con las religiones indígenas.
Principalmente porque, siendo el catolicismo colonial una religión en la que la magia tenía una fuerte influencia, era necesario distinguir la fe católica en los santos, almas benditas y milagrosas, de las creencias consideradas “primitivas” en seres que se encarnaban en personas, en espíritus que recibían como alimento sacrificios de sangre y en adivinos que podían curar dolencias.
Así, los trances de los negros eran vistos como demostraciones de posesiones demoníacas y las adivinaciones, sacrificios y otras prácticas mágicas eran brujería o “magia negra”.
La religión del esclavo negro se consideró algo maligno, del diablo y que podía ofender a Dios.
El Catolicismo Negro
Los negros que se convirtieron al cristianismo por el bautismo, sumaron a la fe en los santos católicos su devoción a los orixás africanos.
Los negros participaban en procesiones y fiestas católicas e incorporaban en ellas su modo de ser marcado por la alegría, la música, el baile y la utilización de instrumentos de percusión.
Hay que decir que la alegría, la danza y los instrumentos musicales, ingredientes de la religiosidad de los negros, chocaban con la sociedad conservadora colonial.
Una de las características de la iglesia católica en Brasil fue el incentivo a la creación de asociaciones que tenían por objetivo integrar la comunidad católica a través de la participación de sus miembros en la organización de la vida religiosa local.
En un intento por traducir y hacer comprender el catolicismo al esclavo negro, la iglesia permitía que estas hermandades organizasen sus propias fiestas como forma de participar en las conmemoraciones cristianas.
En definitiva, si la fe de los negros en los dioses de su religión original estuvo en un principio disfrazada en los bailes y cantos que hacían en honor a los santos católicos, después su fe se dirigió tanto a unos como a otros.
Es decir, el negro, al igual que el indio, continuó creyendo en sus dioses al mismo tiempo que se
consideraba cristiano.
Por tanto, la enorme separación social entre blancos, negros e indios no significó que sus tradiciones culturales se mantuviesen impermeables unas con otras. Lo que sucedió en el universo religioso del Brasil colonial fue que las religiones que lo componían rompieron sus límites y hubo una influencia mutua, dando origen a nuevas formas religiosas, entre ellas el Candomblé.
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