Las leyendas de los dioses eran tan similares, que los antiguos los identificaban en muchas ocasiones
Atis era en Frigia lo que Adonis en Siria, un dios de la vegetación cuya supuesta muerte y resurrección tenía profundas raíces en el credo y ritual de Asia Occidental.
Hermoso pastor flautista, amado de Cibeles, gran diosa de la fertilidad. madre de los dioses, que tenía su morada en Frigia.
Para algunos Atis hubiere sido su propio hijo.
En la cosmogonía frigia, se representa al padre de todas las cosas como un almendro, porque sus flores son el heraldo de la primavera, apareciendo en las ramas desnudas de hojas.
Su madre Nana, una virgen, le concibió al poner una almendra o granada en su regazo.
Atis muere por el ataque de un jabalí, aunque en otro relato, más popular, se emasculó bajo un pino y muere desangrado, ambos relatos se habrían construido para explicar costumbres practicadas tales como la auto-castración de los sacerdotes (los Galli) para entrar al servicio de Cibeles, o el que los habitantes de Pessino que se abstenían de comer carne de jabalí o cerdo.
Atis se transformó en un pino
Roma adopto, en el 204 a C., el culto de Cibeles, porque el oráculo predijo que expulsaría al invasor cartaginés Aníbal cuando establecieran en Roma el culto a Cibeles.
Por lo que requirieron de Pessinos les confiasen la piedra negra que daba corporeidad a la divinidad, que ubicaron en el templo de la Victoria, en la colina Palatina. Cibeles trajo consigo el culto de su joven amante Atis.
El emperador Claudio incorporó a religión oficial del estado el culto frigio del árbol sagrado.
La festividad romana de Cibeles y Atis, se iniciaba el 22 de Marzo, cortando un pino del bosque y una congregación de porteadores del árbol lo llevaba al templo, donde lo trataban como la deidad, amortajándolo con bandas de lana y adornado de guirnaldas de violetas (que creían brotaron de la sangre de Atis, al igual que rosas y anémonas de la de Adonis), después ataban a la mitad del árbol la figura de un joven (Atis); el día 23 hacían sonar sus trompetas; el día 24 era el llamado “día de la sangre” en que reafirmaban el ánimo de la resurrección de Atis, por el gran sacerdote Archigallo (el gallo con cola de espigas, lo representa) se ofrendaba la sangre de sus propios brazos, mientras los demás clérigos se practicaban -entre el salvaje estruendo de tambores, trompetas, cuernos, y flautas- cortes en sus cuerpos, con loza o cuchillos, hasta salpicar el altar y el árbol sagrado.
De igual forma, los novicios sacrificaban su virilidad, lanzando sus partes contra la imagen de la diosa cruel., ofrenda considerada eficaz en el reclamo a Atis para su resurrección a la vida; tales restos viriles, se enterrarían posteriormente en la cámara subterránea consagrada a Cibeles: el día 25 -equinoccio de primavera- , celebraban la resurrección divina con desenfrenado júbilo, a modo de carnaval, donde todos podían decir y hacer cuanto quisieren; el día 26 descansaban; cerraba el festival una procesión al arroyo Almo el día 27, precediendo a la imagen argéntea de Cibeles (sobre piedra negra transportada en carreta tirada por bueyes), los nobles descalzos que saliendo por la puerta Capenas enfilaban el camino hasta la orilla de este río, afluente del Tiber, donde el gran sacerdote vestido de púrpura , lavaba la imagen y los objetos sagrados en el agua del río, tras lo que esparcían flores en la carreta y los bueyes entre el regocijo de sus devocionarios.
Los ritos secretos reservado al clero, son poco conocidos, se cree que tras el ayuno por la muerte divina, se dispensaba una comida sacramental y un bautismo de sangre, comiendo en un tambor y bebiendo en un címbalo, y tenían por objeto hacer coparticipe de los misterios al novicio, comunicarlo con su dios.
El bautismo de sangre, se producía al tiempo que la regeneración de su dios, –en el equinoccio vernal- justo en lo que hoy es la basílica de San Pedro del Vaticano, el novicio con corona de oro, exornado de cintas, se introducía en una oquedad que tapaban con enjaretado de madera, sobre el que sacrificaban -con una lanza sagrada- a un toro previamente adornado de flores, en cuya frente lucía láminas de oro, y cuya sangre caía sobre el novicio, que así recubierto salía para recibir el homenaje y adoración del sacerdocio, como quien lavado de sus pecados resucita a la eternidad, desde este momento -por un periodo de tiempo- se le mantenía con leche como a recién nacido.
Los testículos del toro se consideraron poderoso hechizo para promover la fertilidad y activar el nuevo nacimiento.
El archigallo que portaba el nombre Atis, ya que lo representaba, primitivamente sería sacrificado, probablemente por ahorcamiento en las ramas del árbol sagrado, aunque posteriormente se produciría cortes en los brazos y sería sustituido en el árbol por imagen de madera.
Reminiscencia de su muerte, puede hallarse en la leyenda de pastor Marsias, sátiro frigio amigo de Cibeles, que tocaba la flauta, quien envanecido desafió al mismo Apolo en un certamen musical, y que habiendo sido vencido fue desollado y su piel se mostraría en Celanae, a pie de la ciudadela donde el río Marsias discurre en un meandro.
La tradición afirma que su piel se conmovía al acorde de sus nativas melodías e permanecía impasible si los acordes honraban a Apolo.
En la festividad de la diosa siria Artarté de Hierápolis (cuyo santuario pudo ser el más popular de Oriente) -a principios de la primavera-, entre la excitación de los timbales muchos peregrinos de entre la multitud que acudían en el frenesí de su fanatismos se castraban, y sus partes la arrojaban en loca carrera a una casa de la ciudad, cuyo residente le debía proporcionar nueva vestidura, y ornamentos femeninos que llevaría siempre.
Cuando despertaba de su trance entraba en profunda tristeza y pesadumbre, por la acción ejecutada., tristeza que desaparecía por la noche cuando la tumba de Dios se abría para los iniciados, el dios se levantaba de entre los muertos y el archigallo le comunicaba al oído la nueva de salvación, en una promesa de que saldría triunfante de la tumba.
El pino revela el primitivo carácter de Atis como espíritu arbóreo.
Pino adornado de violetas y tiras de lana, que recuerda la moderna costumbre del árbol Mayo o árbol del verano.
El árbol de Atis, tras ser guardada todo el año, ardía tras ser reemplazado por el nuevo espíritu de la vegetación. También regía los frutos de la tierra, identificándosele con el grano, que invocaban en la segada espiga verde o dorada. Su historia se interpreta como el cereal sagrado herido por el segador, sepultado en el granero y vuelto a la vida al ser sembrado en la tierra.
En una de sus representaciones, se le aprecia con espigas y frutas en la mano, coronado de una guirnalda de piñas piñoneras, granadas y frutas, con espigas brotando de su gorro frigio.
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