En la mitología griega, Lamia era una reina de Libia a la que Zeus amó, hija de Poseidón o Belo y Libia. Hera la transformó en un monstruo y mató a sus hijos (o, en otras versiones, mató a sus hijos y fue la pena lo que la transformó en monstruo).
Lamia fue condenada a no poder cerrar sus ojos de tal forma que siempre estuviera obsesionada con la imagen de sus hijos muertos.
Zeus le otorgó el don de poder extraerse los ojos para así descansar, y volver a ponérselos luego.
Lamia sentía envidia de las otras madres y devoraba a sus hijos.
Tenía el cuerpo de una serpiente y los pechos y la cabeza de una mujer.
Solía ser femenina, pero ocasionalmente se la consideraba masculina o hermafrodita.
Su nombre es complicado en su etimología, se relaciona con lámyros, glotón, y laimos, gaznate, gañote.
En su Diccionario, Lempriere opina que Lamia es el modelo para los lamiae —pequeños monstruos africanos cuyos siseos son agradables pero que mataban a los niños— y que éstos son actualmente llamados lémures.
En tiempos históricos las madres solían amenazar a sus hijos traviesos con esta historia. John Keats escribió sobre Lamia en Lamia y otros poemas, que estaba basado en Anatomía de la melancolía de Robert Burton.
En la mitología vasca, las lamias son genios mitológicos a menudo descritos con pies de ave, cola de pescado o garras de algún tipo de ave.
Casi siempre femeninos, de una extraordinaria belleza, moran en los ríos y las fuentes, donde acostumbran peinar sus largas cabelleras con codiciados peines de oro.
Suelen ser amables y la única forma de enfurecerlas es robarles sus peines.
Se dice también en los distintos pueblos que ellas han ayudado a los hombres en la construcción de dólmenes,cromlech y puentes.
A veces se enamoran de los mortales, pero no pueden casarse con ellos, pues no pueden pisar tierra consagrada.
En ocasiones tenían hijos con ellos. En otras leyendas son mitad humanos y mitad peces. Otras dicen que no son más que la diosa Mari.
Cuenta una leyenda que una vez una mujer le robó el peine de oro a una lamia y ésta, enfurecida, la trató de maldecir, pero no lo logró puesto que sonó la campana de la iglesia y eso la salvó.
En los cuentos e historias populares búlgaras, la lamia es una misteriosa criatura con varias cabezas, que puede hacer crecer una y otra vez si se le cortan.
Se alimenta de la sangre de la gente o, más frecuentemente, matando mujeres jóvenes.
Este monstruo atormenta a menudo los pueblos y puede ser encontrado en cuevas o en el subsuelo.
En algunas historias tiene alas, en otras su respiración es de fuego.
La lamia no tiene género pero suele ser considerada femenina.
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