En la Mitología Griega, una gorgona era un despiadado monstruo femenino a la vez que una deidad protectora procedente de los conceptos religiosos más antiguos.
Su poder era tan grande que cualquiera que intentase mirarla quedaba petrificado, por lo que su imagen se ubicaba en todo tipo de lugares, desde templos a cráteras de vino, para propiciar su protección.
La gorgona llevaba un cinturón de serpientes, entrelazadas como una hebilla y confrontadas entre sí.
Las gorgonas son a veces representadas con alas de oro, garras de bronce y colmillos de jabalí, pero sus atributos más comunes son los dientes y la piel de serpientes.
Se decía que los oráculos más antiguos eran protegidos por las serpientes y las imágenes de gorgonas se asociaban a menudo con estos templos.
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