El príncipe Gautama Siddharta nació en el seno de una familia aristocrática en el norte de la India.
Su fecha de nacimiento y muerte siguen siendo inciertas, aunque es seguro que su vida transcurrió entre los siglos VI y V antes de la era cristiana.
Para poner una fechas orientativas, podemos decir que nació sobre el año 566 y que murió sobre el 468 antes de Jesucristo.
Hijo de un rey del norte de la India, su vida transcurrió entre el lujo de las familias nobles de su tiempo.
Su educación esmerada, dentro de la religión propia de la India, el hinduismo, le hizo sensible a los valores del espíritu, aunque en esta temprana fase de su vida no mostrase especiales preocupaciones religiosas.
Se casó con una princesa y tuvo un hijo.
En torno a los treinta años la tradición budista sitúa una experiencia crucial en su vida, que le transformó
completamente. Los detalles de esta experiencia están envueltos en la leyenda y no podemos describir con exactitud histórica lo que ocurrió, aunque podemos estar ciertos de las consecuencias que tuvo para su vida y la doctrina que posteriormente predicó.
Nos dice la antigua tradición budista que Gautama salió un día de su palacio real y, paseándose por su reino, vio un hombre gravemente enfermo, un anciano abandonado por su familia y un cadáver.
Estas tres figuras simbolizan todo el dolor de la vida humana: la enfermedad, la ancianidad y la muerte. Gautama comprendió entonces una de las dimensiones fundamentales de la vida: la dimensión del mal físico que acompaña la vida de todo hombre y de la que nadie tarde o temprano puede escapar.
En este mismo viaje vio también a un asceta hindú, un “arhat” o renunciante, es decir, un hombre que, desligado de todo lo mundano, sólo busca de la liberación interior.
Preocupado por estos descubrimientos, su vida desde entonces fue una búsqueda de la solución al problema del dolor humano.
De acuerdo con las tradiciones religiosas de los ascetas del hinduismo, dejó su familia y su vida placentera en el palacio de sus padres y se convirtió en un “arhat” ambulante, llevando desde entonces una vida de meditación y de ayuno en la escuela de los más reputados maestros espirituales de su tiempo.
Fueron tantos los sacrificios que impuso a su cuerpo, que estuvo a punto de morir por desnutrición.
Pero en vano buscó en sus maestros la solución al problema que le inquietaba.
Convertido él mismo en maestro religioso, buscó junto con cinco de sus discípulos la respuesta a su pregunta, pero sus ayunos y prácticas ascéticas no le proporcionaron la respuesta a esta dimensión ineludible de la condición humana.
Sintiéndose fracasado, se despidió de sus amigos, se tumbó bajo un árbol al borde de un afluente del río Ganges, cerca de la ciudad sagrada de Benarés, y se deseó la muerte.
Es en estos momentos cuando le sobrevino la “iluminación” que esperaba: de pronto comprendió el misterio de la vida humana y su solución.
Se había convertido en “Buda” (el “despierto”, o sea el “iluminado”).
Queriendo compartir con sus compañeros la verdad que había descubierto, se fue a la ciudad, y, al encontrarlos, pronunció el famoso "Sermón de Benarés", que es el resumen de la doctrina central del budismo, en el que convergen todas las distintas tendencias en que se dividió desde los primeros momentos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu Comentario