En el Imperio Nuevo, gracias a un resurgimiento de esta notable cultura, los faraones egipcios se decantaron por los hipogeos excavados en un apartado valle, abierto entre las montañas tebanas.
Este Valle es el inicio de un ued excavado por las lluvias que desgastaron el calcáreo y formaron una depresión.
Conocido como sekhetmaat, la gran pradera, el carácter funerario de este paraje le viene dado por la presencia de una montaña llamada el-Kurn.
Dominando el Valle, el-Kurn, con su forma de pirámide, velaba por las sepulturas reales.
Allí vivía también la diosa del silencio, quien sometía a una dura prueba a los artesanos encargados de construir las tumbas.
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