De todos los seres sintientes, nosotros humanos somos los únicos que poseemos la auto-consciencia.
Eso significa que comenzamos a preguntar: ¿quién soy yo?
¿Desde aquí a dónde voy?
Entonces comenzamos a comprender lo correcto de lo incorrecto para el establecimiento del ‘yo’ y el egoísmo.
Por tener libre albedrío podemos llegar a ser egoístas.
Si todo fuera destinado, entonces seriamos robots sin responsabilidad.
Este es problema.
Con el karma como la ley que nos guía, debemos ser totalmente responsables de nuestras
acciones.
Eso significa que tenemos que sufrir las consecuencias de nuestros pensamientos, palabras y acciones, ya sean sanos o insanos.
Los humanos auto-conscientes son ahora capaces de tener conceptos con los cuales pueden planear su futuro en el lado material de las cosas.
Planear significa intención.
Y es la intención la que cuenta para la mayor parte de la producción de karma.
Si la intención de uno fuera saludable, entonces el karma producido sería bueno aunque el
resultado sea negativo.
Si la intención fuera mala o diabólica, entonces el karma producido sería malo, aunque el resultado sea beneficioso.
El próximo punto a considerar es que no cada acción produce karma o es karma-productiva.
Por ejemplo, uno sabe que la copa contiene veneno, y si uno cree que va a tener suerte y ese veneno no le va a afectar, entonces uno se toma el veneno.
El resultado será fatal.
Esto no es karma; es estupidez.
Similarmente, pensar que el destino de uno es tan bueno y poderoso y salta de un tercer piso de un edificio.
La gravedad lo matará.
Esas reacciones químicas (del veneno) y la gravedad, que dan resultados inmediatos, no son de naturaleza kármica.
El karma usualmente toma lugar por ninguna razón aparente, porque la causa puede que se haya originado en vidas previas.
No podemos recordar la conexión.
Por supuesto en este mundo veloz, el karma nos regresa muy rápido.
Por ejemplo, un joven que comienza a acumular sus millones a través de giros y tratos con métodos
desagradables, devino multimillonario cuando llegó a los cincuenta años de edad.
Pero el cambio y agitación de la moneda en su región le devastó completamente en seis meses.
Este es su karma regresando como un bumerán.
Terminó en bancarrota y pudo haber ido hasta la cárcel por sus negocios ilegales.
Por supuesto, si su karma se llevara a la próxima vida, él lo consideraría como mala suerte durante su vida, porque no ve la conexión.
Ahora, resumiendo, tenemos libre albedrío, tenemos intención y debemos ser responsables por nuestros pensamientos, palabras y acciones.
El principio fundamental y básico es simple—cualquier cosa que hacemos por nuestro beneficio y dañando a otros produce mal karma.
Cualquier cosa que hacemos para el beneficio de los demás, generará buen karma.
Por lo tanto, cualquier pensamiento que sea desfavorable para los demás, debe ser evitado.
Cualquier palabra que sea en detrimento de los demás, no debe ser pronunciada.
Cualquier acción que nos beneficie y dañe a los demás, nunca debe ser contemplada, ni promulgada
Lo anterior son principios en referencia a las acciones (los pensamientos y las palabras son tomados aquí como acciones).
Lo próximo a considerar es el deseo y el apego.
El rencor, el egoísmo y el orgullo también producen karma.
El Buda dijo que el deseo es la causa de sufrimiento.
Él elaboró que en el deseo guía al deseo y el aferramiento al apego.
Todas estas características que producen karma, todas ellas terminan no sólo en sufrimiento sino en
renacimiento, que es mucho peor.
Cuando simplemente disfrutamos de los objetos sensuales y no hay apego involucrado, el karma no se
produce.
Sin embargo, después de disfrutar el objeto, un apego o aferramiento resulta en esto que es una carga con karma.
Esto significa que podemos disfrutar las cosas pero no anhelarlas después.
Uno puede desear o antojarse de cosas físicas tanto como por objetos mentales y emocionales.
El anhelo, el agarre y el apego son todas semillas para una producción de karma.
Los conceptos son igualmente peligrosos.
El deseo y el anhelo por objetos sensuales: de los seis objetos sensoriales, el sexo el más atractivo. Siendo la fuerza detrás del sistema reproductivo, debe ser fuerte y poderoso para que los humanos perpetúen la raza humana.
Si no hay placer en el sexo, la raza humana se extinguiría inmediatamente.
El próximo objeto es la comida y el vino.
Esos deseos son aceptados por nuestras costumbres sociales, y por lo tanto si alguien se fuera a gratificar en ellos, esta aceptado.
Sin embargo, junto con las drogas y los cigarros, esos se consumen en proporciones adictivas.
Estos objetos , no producen karma.
Uno puede devenir obeso, alcohólico o drogadicto, pero por si mismos no producen karma.
Es el anhelo/deseo y el apego el que produce el karma.
La reacción emocional y los pensamientos: las reacciones emocionales a los seis objetos sensoriales como lo dicho anteriormente, al primer contacto son: placer, displacer o neutral.
Con placer, el aferramiento y apego surgirán como memorias emocionales.
Estos a su vez guiarán al anhelo y añoro constante, y esto guiaría a la producción de karma.
Similarmente con el displacer, la antipatía y el resentimiento también producirán karma.
En otras palabras, estas reacciones emocionales se consolidarían como memorias emocionales.
Cuando estos últimos se fijan como pensamientos negativos y positivos con deseo y antipatía emocional, ellos generarán karma aunque nada se haga acerca de eso.
Similarmente, con otros pensamientos y conceptos, esos también producirán karma cuando
esas intenciones son preludio para la palabra o la acción.
Así que los pensamientos, la palabra y la acción generarán karma negativo si la intención es consolidar el ‘yo’.
Por lo contrario, generará buen karma, si los pensamientos, palabras y acciones son por el bien de los demás.
Si esas acciones son solamente frases que pasan, entonces es muy difícil que cualquier karma se produzca.
Sin embargo, si esas ‘acciones’ se fijan y los apegos son fuertes, entonces con seguridad el karma se producirá.
No todas las ‘acciones’ producen karma.
Millones de cosas que pensamos decimos o actuamos son neutrales.
Estas son las tareas diarias como comer nuestra comida, defecar y tomar un baño.
Mirar televisión, leer y hacer ejercicios son karmas neutrales.
Todas esas actividades no son para agrandar el ‘yo’ o para dañar a otros.
Se hacen simplemente para mantenernos vivos.
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