En las inmensas soledades de la puna, los ganados están protegidos.
Un enanito misterioso, un duendecillo, que todo lo ve, es quien defiende sus vidas de las crueldades humanas.
Nadie a visto a Coquena. Es fama que tiene cara de cholo y viste casaca y pantalón de vicuña.
Lleva también diminutas ojotas y ancho sombrero de suave pelo.
Desde las alturas contempla sus bestias sin ser visto. Sólo se ha escuchado su silbido, que es mágico llamado. Pero es tal la seguridad de su presencia que todos le temen. Por eso no matan vicuñas ni llamas para utilizar su pelo.
Prefieren cortar suavemente el vellón. Tampoco maltratan a las arrias cuando cargadas de sal, bajan de los cerros. Se cuentan historias, en que el justiciero, Coquena ha quitado las llamas a quien no sabía valorar ese don; y como ha premiado a los buenos pastores que, en tormentas de nieve, cuando el viento blanco amenazaba cubrirlo todo, salvan con peligro de su vida su hatode cabras en plena borrasca.
Y, está su persona tan ligada a los hechos que ocurren por estas regiones, que, en Salta, cuando aparece un forastero, para adquirir provisiones y, tocándose con el codo, murmuran:
"Es coquena".
Leyenda Salteña
Fuentes Consultadas
Georgina Elena Palmeyro
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