Nada más lejos de la filosofía de quienes practican el Tantra.
Para ellos la sexualidad no es una descarga de la excitación sexual, sino más bien un encuentro que nos proporciona energía que luego utilizaremos para fines espirituales.
El goce compartido es entonces el puente para alcanzar puntos más elevados de desarrollo espiritual, acercándonos así a estados divinos o el “Samadhi”.
Si vamos a introducirnos en la práctica del sexo tántrico, entonces tenemos que comenzar por cambiar de mirada: pensar a la sexualidad desde otra perspectiva, como un viaje en el cual no pensamos solamente en el destino sino que disfrutamos paso a paso del recorrido.
Es necesario aprender a postergar la urgencia del orgasmo para que no domine a la escena sexual.
Y precisamos, desde ya, a una pareja en sintonía con este objetivo.
El Samadhi en la tradición budista es entendido como el estado de conciencia, de recogimiento interior, en el que se transcienden los límites de la existencia individual y se experimenta la unidad con lo divino.
Esta definición implica un estado iluminado de conciencia.
Desde la perspectiva que estamos contemplando es un estadio necesario, en el que la conciencia se unifica, el cuerpo se recoge y la mente sirve a este recogimiento en la unidad, solo existiendo para la contemplación directa, unificada en el momento presente.
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