La Yonipuja es la adoración por excelencia.
Las mujeres aptas para este rito son las lascivas, hasta las libertinas (pramada), y deben haber superado todo falso pudor.
Con frecuencia, oficia la shakti del gurú o la compañera del adepto.
Al comienzo de la adoración,
Shakti, se coloca en el centro del mandala, en general un triángulo, símbolo del yoni (genitales femeninos) cósmico, incluido en un círculo.
Luego, el sadhaka, le ofrece una bebida afrodisíaca, llamada vijaya (se supone que es una bebida mezcla a base de cáñamo).
La intención explícita es erotizar a Shakti al máximo, exacerbando su energía sexual.
Después de haber cumplido el ritual preparatorio, compuesto de mantras y de vocales sin contenido conceptual, empieza la primera parte de la Yonipuja.
La yoguini se sienta sobre el muslo izquierdo del adepto, que comienza a adorar su yoni sakuntala, es decir, no afeitado.
El adepto, entonces, unta el yoni con un pasta de sándalo de perfume delicado, así el yoni asemeja a una flor encantadora.
Luego, el adorador le ofrece una nueva copa de vijaya y le pinta el ardhachandra (la media luna) con bermellón en medio de la frente.
A medida que el adepto traza la media luna, la pareja toma conciencia de las fuerzas lunares presentes en shakti. Luego Shiva pone las manos sobre los pechos de Shakti, e impregnándose del aspecto maternal de la Shakti cósmica, pronuncia 108 veces la bhagabija (el sonido- raíz de la vulva), que, en general, es hrim.
Al fin, el adorador hace todos los gestos y contactos que puedan excitar a Shakti al máximo: le acaricia largamente los pechos, las nalgas, luego el yoni.
En la Yonipuja, la excitación de Shakti, que se propaga a Shiva, provoca una abundante secreción del fluido, la "esencia sublime", es decir, las secreciones vaginales y despierta las energías sutiles, "pránicas", que ejercen una función esencial en el desarrollo de la puja.
Aquí se sitúa la parte central de la puja.
A su vez, Shakti unta el lingam (falo, pene) con la pasta de sándalo, de perfume afrodisíaco y de color azafrán.
El gurú, siempre presente, cuida la correcta celebración del ritual.
Sólo entonces, el lingam es insertado en la yoni.
En este rito, la parte esencial depende de la absorción recíproca de la "esencia sublime".
Añadiendo sus propias secreciones lubricantes a los líquidos originales, el lingam contribuye a mojar abundantemente el yoni.
Los dos fluidos se mezclan y los tántricos creen que la yoguini y el yogui los absorben: Shakti por ósmosis a través de la mucosa vaginal.
Shiva, gracias a vajroli.
Durante el Maithuna, la pareja medita sobre la potencia creadora así despertada en el vientre de la mujer y en el hombre y adoran a la Energía Cósmica.
La duración de la unión yoni-lingam no es apurada.
Después de la unión ritual, Shiva rinde homenaje respetuoso al yoni, que la yoguini, acostada de espaldas, ofrece a su vista y a su adoración.
El discípulo pone con el dedo un poco de líquido vaginal y hace con él un tilaka, el punto que las mujeres indias llevan en la frente, a su compañera de rito, aún sumida en el éxtasis, así como en su propia frente.
El acharya (oficiante) hace lo mismo; luego la pareja hace una reverencia y lo adora porque su presencia les ha ayudado a controlarse durante todo el ritual y a preservar su carácter sagrado.
Antes de la realización del Maithuna, el adepto traza donde la unión tendrá lugar, un triángulo rojo y, en su centro, el punto-simiente, el bindu.
Después, medita sobre el simbolismo del triángulo invertido y del bindu.
Luego, repitiendo su mantra, proyecta mentalmente la imagen de Shakti en el triángulo, hasta sentir que la mujer concreta, su compañera en el rito, encarna verdaderamente a Shakti, la energía cósmica femenina.
Después, visualiza su yoni y se absorbe en su significación cósmica en tanto puerta de entrada de toda vida.
Se conecta con el potencial sexual de Shakti y luego visualiza el triángulo blanco, con la punta hacia arriba, y lo superpone imaginariamente al triángulo femenino rojo.
El bindu, punto central del triángulo de Shakti superpuesto al triángulo masculino, simboliza la fusión íntima de los principios cósmicos de Shakti y Shiva.
El adepto percibe así lo sagrado de la unión de los sexos, mientras repite el mantra que le ha dado el gurú.
Solamente una vez superpuestos en su mente esos dos aspectos de su compañera, ella se acercará y se unirán, después de haber cumplido otros actos rituales sobre ese triángulo, que les recordará su dimensión absoluta.
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