10 de marzo de 2018

El Duende Kara


 Hoy les voy a contar la leyenda del duende Karaí.  Esta leyenda surge de la región guaraní, pero la creencia se ha extendido también en Corrientes, Formosa, parte del Chaco y Santa Fe. El norte de nuestra provincia es una región conocida por muchas de estas historias de origen aborigen y centenario. Aún hoy, si bien la incidencia de las leyendas en la toma de decisiones de los pobladores no es gravitante, estas siguen vigentes en el imaginario colectivo. Más que nada, se las recuerda ante ciertas situaciones que se van dando en el andar de las sociedades. En este sentido, la de este duende, es una historia que se trae a colación ante contextos de crisis materiales, como la que vivimos hoy en nuestro país.


Según se cuenta, el 1ro de octubre es el día en el que el duende Karaí -“Señor de la miseria”- visita los hogares. Lo hace para comprobar qué tan previsoras han sido las familias para sobrellevar octubre, el mes más difícil del año, para la tradición de este ser. Aquellos que pasen la prueba, recibirán la bendición de la espiga dorada. Los que fallen, tendrán miseria el resto del año.


Se lo conoce como el Señor de la Miseria… y es por su costumbre, todos los 1º de octubre, de recorrer las casas y ver quiénes tiene suficiente comida. Es un duende inspector: va mirando si la gente sembró y trabajó durante el año y supo guardar para los meses en que no hay cosecha. Ese día, al pasar por las casas, debe ver que hay suficiente comida y convidar a los vecinos.

La mitología del área guaranítica argentina ha dejado muestras de varios personajes diabólicos con el apelativo de Karaí. Pero este escapó a esa regla social, y su misión en este mundo es tomar el aspecto de un viejito encorvado luciendo un gran sobrero de paja. Anda, generalmente, descalzo y lo identifica una enorme “guacha” que lleva en sus manos para castigar a aquellos hombres que no cumplieron con el deber social de estas regiones.

Tradicionalmente, las familias del norte realizaban ese día grandes comilonas al aire libre. Lo hacían frente a sus casas, para de esa manera demostrar al Karaí octubre que ostentan suficientes alimentos en el mes de la miseria.

El duende, en ocasiones, como castigo, elige hacerse invisible e introducirse en la casa de aquel que no cumplió con su orden y, durante un tiempo, causa un sinfín de molestias. Para poder desprenderse del pesado duende, se  dio la costumbre de “soplar el rancho”. Esto consiste en soplar con distintos


 elementos tres esquinas del rancho, dejando una libre para que por allí se escape, asustada, la miseria.