Dioniso, hijo de Zeus y Semele, es el famoso dios del vino, sobre todo si lo tomamos en la forma de Baco, aunque su significación en la cultura griega es mayor.
Como dios de la vegetación y del éxtasis, Dioniso fue uno de los dioses más importantes del panteón durante el periodo Helenístico (325-30 a.C.)
Dioniso era originalmente adorado en Tracia y en Frigia, donde cumpliría la misma función que Deméter.
Hasta más tarde no empezó a introducirse su figura en la mitología griega. En la obra de Homero, que vivió sobre el 800 a.C, todavía se le trata como un dios menor, aunque posteriormente su culto es de los más exaltados.
Sus principales discípulas, las Ménades («locas») o Bacantes, eran famosas por el fervor de su devoción.
Con giros frenéticos alcanzaban el éxtasis vestidas con pieles de ciervo, mientras vagaban con antorchas y cayados llamados thyrus que estaban rematados con madera de pino y envueltos en hiedras y viñas. Incluso a veces devoraban animales vivos.
Dioniso fue concebido por Zeus y Semele, hija de Cadmo, fundador de Tebas.
Zeus le hizo el amor en forma humana, pero después de sufrir el engaño de la celosa Hera, la joven quiso ver al dios en su forma verdadera.
Zeus sabía las terribles consecuencias que acceder a su deseo podía conllevar, pero no se negó a ello. Cuando Semele vio a Zeus en todo su esplendor quedó abrasada , pudiendo el dios salvar a Dioniso del vientre de su madre justo a tiempo.
Hizo una hendidura en su pierna e insertó al pequeño dios en ella.
De esta manera nació Dioniso poco tiempo después. Ino, hermana de Semelé, se apiadó de él y lo cuidó un tiempo .
Dioniso fue criado por las ninfas y por Sileno, un anciano robusto que montaba en un burro o tenía que apoyarse en los sátiros muy a menudo, dado su estado de embriaguez. Pese a estar borracho con mucha frecuencia, Sileno era un hombre sabio con el don de profetizar el futuro.
El anciano fue parte del séquito del dios cuando ya era adulto.
El resto lo formaban las ninfas, los sátiros y las Ménades.
Los sátiros siempre han sido representados con pezuñas y cuernos, e incluso Dioniso tuvo aspecto de animal durante un tiempo.
Cuando Hera le impuso condiciones de vida complicadas, Zeus -quizá Hermes- le transformó en una cabra y le puso a salvo con las ninfas en el monte Nysa.
Según otras versiones, fue en esta montaña donde Dioniso descubrió el secreto del vino y de la viticultura que luego extendió por todo el mundo.
Hay otras versiones sobre el nacimiento y los primeros años de Dioniso, que aseguran que el muchacho era hijo de Deméter o de Perséfone, lo cual indicaría su papel en ciertos misterios y ritos religiosos para iniciados. En este caso, Zeus debería haber tomado la forma de una serpiente.
Después de la muerte de Dioniso a manos de los titanes según las órdenes de Hera, Zeus le dio su corazón a Semele para que se lo comiese, tras lo cual nació de nuevo y empezó la historia de Zeus y la joven.
Uno de los epítetos que se le dedica al dios es el de «dos veces nacido», lo que se explicaría también por haber sido concebido en el vientre de Semele y haber nacido de la pierna de Zeus.
Como recién llegado entre los dioses, Dioniso no fue muy bien recibido. Hera le odiaba, pero otros dudaban de su divinidad. Licurgo, rey de los Edones, intentó matarle, pero Tetis, la diosa del mar se apiadó de él y dejó ciego a Licurgo.
Penteo, rey de Tebas, lugar donde nació Dioniso, no le reconocía como divinidad. Dioniso llegó entonces a la ciudad disfrazado de joven apuesto acompañado de las Ménades y Penteo le mandó a prisión.
Pero las cadenas que le sujetaban se cayeron y las puertas de la cárcel se abrieron para el dios, que le dijo a Penteo que las Ménades y las tebanas representarían orgías espectaculares en el monte Cithaeron (Citerión) bajo su encantamiento, lo que despertó la curiosidad de Penteo.
Para poder ser testigo de tales excesos debería disfrazarse de mujer y esconderse en lo alto de un árbol, donde fue descubierto por las Ménades que, en pleno éxtasis, creyeron ver un Icón y, siguiendo a Agave, su madre y una de las Ménades más fanáticas le bajaron del árbol y le destrozaron.
Agave volvió en sí después y enterró a su hijo, tras lo cual se exilió junto a sus padres, Cadmo y Armonía.
Esta historia encierra parte del miedo y de la aversión que muchos aristócratas griegos adoradores de los viejos dioses del Olimpo sentían por el nuevo dios y sus discípulas enloquecidas.
En diversas ciudades se narraban historias de gente que, debido a su fanática adoración de Dioniso, se había vuelto loca y sufría ataques peligrosos.
Es exactamente lo que les sucedió a las hijas del rey Midas.
Dioniso le dio a la humanidad el vino, regalo que provocó diversas reacciones.
Según el mito ateniense, había instruido en la viticultura a ícaro y a su hija Erígone.
Pero cuando sus vecinos se emborracharon temieron que se les estuviese envenenando y mataron a ícaro.
Erígone se suicidó al ver lo que le había ocurrido a su padre y, como resultado, Dioniso castigó con la locura a los atenienses, provocando que muchas mujeres se ahorcasen como había hecho Erígone.
Cuando los atenienses fueron conscientes de la injusticia cometida, decidieron celebrar un festival en honor de las dos víctimas colgando retratos en los árboles.
En Aetolia (Etolia), Dioniso fue muy bien recibido.
El rey Eneo, cuyo nombre se parece a la palabra oinos, que significa «vino» en griego, le ofreció a su esposa Altea.
De su unión nació Deianeira, futura madre de Heracles. Dioniso, agradecido, le regaló al rey el don de la viticultura.
Dioniso se casó con Ariadna, hija del rey cretense Minos, que había ayudado antes a Teseo a acabar con el Minotauro.
Según algunas versiones, Ariadna había quedado abandonada en la isla de Naxos al marcharse Teseo, con el que había huido de Creta, y Dioniso se apiadó de ella.
Otras versiones cuentan que Dioniso la reclamó como esposa y Teseo tuvo que hacer el camino de regreso a Atenas en solitario.
El culto a Dioniso se extendió gradualmente por toda Grecia y más allá, pues sus túnicas frigias y su carácter exuberante recordaban a todo lo foráneo.
Durante los meses de invierno en Atenas se celebraban diversos festivales por Dioniso, siendo los más famosos el Major Dionysia y el Minor Dionysia.
La Anthesteria, celebración de febrero, era un festival floral en el que se consumía el vino nuevo y se traía a Dioniso en un barco -carrus navalis para los romanos.
Este es el origen de la fiesta de carnaval que precede a la Cuaresma en el cristianismo y que retiene elementos de la locura de las Ménades.
Durante los festivales dionisíacos de marzo había comedias, tragedias y juegos de sátiros en el teatro de Dioniso situado al pie de la Acrópolis.
La tragedia -del término griego tragoidia que significa «canción de cabra»- se desarrolló a partir de canciones y bailes que representaban los granjeros disfrazados de cabras.
Así, el culto a Dioniso dio origen a un género literario que se lee y se representa no sólo en su formato original, sino que se ha ido modernizando hasta llegar a ser lo que es hoy día con las tragedias de los autores contemporáneos.
Con todo el énfasis de la embriaguez y el éxtasis, Dioniso representaba un aspecto peculiar de la civilización griega que contrastaba con la personificación sensible, intelectual, artística y controlada del dios Apolo.
Dioniso también era adorado en Delfos, centro del culto a Apolo. En invierno, cuando éste salía para morar con una tribu que vivía en el Norte helado, se celebraban las festividades dionisíacas.
En primavera, con el regreso de Apolo, Dioniso moría para renacer al año siguiente.
El Orfismo, en el que se asocia a Orfeo con Dioniso, fue el comienzo de la adoración de este último, que se desarrolló en el refinamiento teológico del culto que emergió en Grecia alrededor del siglo vi a.C.
Al principio los sacerdotes de Dioniso persiguieron a los practicantes de este culto, pero finalmente el Orfismo se mezcló con el culto dionisíaco.
Baco, el dios romano del vino, era representado sobre los sarcófagos durante el Imperio Romano como figura salvadora que surge entre los muertos y promete la vida eterna. Cuando el cristianismo sustituyó a los viejos dioses, la figura del dios del vino se vio reemplazada por otro personaje victorioso frente a la muerte que era Jesucristo.
Muchos otros ritos «satánicos» posteriores, en los que los participantes llegan a un estado de éxtasis a través del alcohol y las drogas, mantienen semejanzas con los ritos dionisíacos y bacanales en los que el dios se aparecía a sus discípulos en forma de cabra.
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Ares, hijo de Zeus y de su esposa Hera, fue el dios griego de la guerra.
Era uno de los 12 dioses del Olimpo y, al contrario que la dotada e inteligente Atenea, que también dirigía los asuntos de la guerra, se trataba de un dios sin modales, violento y agresivo, sin ningún aspecto positivo para la humanidad. Incluso su padre le dijo que le odiaba más que al resto de los dioses y que la única razón para tolerarle era que fuese hijo suyo y de su esposa Hera.
Fue en el Argo donde embarcaron los Argonautas hacia la lejana tierra de Colchis, al este del mar Negro.
La embarcación podría haber sido muy similar a esta réplica moderna de un barco ateniense.
Ares no se casó, pero sí tuvo muchas relaciones extramatrimoniales.
Su relación más famosa es la que mantuvo con Afrodita, la diosa del amor y de la belleza, a través de la cual concibió a Armonía, esposa de Cadmio, y a los gemelos Deimos (temor) y Fobos (miedo).
La historia señala que Hefesto, marido de Afrodita, advertido sobre el engaño al que estaba sometido, fabricó una red casi invisible para ponerla sobre su lecho.
Cuando Ares y Afrodita yacían sobre él, quedaron atrapados y fueron humillados ante todos los dioses.
Ares era adorado en la ciudad-estado griega de Esparta, en la que todo se relacionaba de alguna manera con la guerra.
Pero también se le respetaba en Atenas, ciudad de la cultura pues la colina en la que se situaba la alta corte de justicia ateniense se llamaba el Areópago o «colina de Ares».
De acuerdo con el mito, un hijo de Poseidón había violado a una mortal, Alcipe, en ese lugar. Ares le castigó hasta la muerte y allí mismo fue juzgado y absuelto por el consejo de los dioses, motivo por el cual la colina llevó su nombre desde entonces.
Ares apoyó a los troyanos durante el conflicto con Grecia, si bien su actuación en el campo de batalla fue discreta.
El mortal Diomedes le hirió y le hizo huir, pero también fue derrotado después de enfrentarse a Atenea.
El gran héroe Heracles no fue menos e hirió a Ares en alguna ocasión.
En el Argo se embarcaron los más destacados héroes de Grecia. Este relieve de un barco fue realizado en el siglo vin a.C. en Anatolia, cuya costa norte fue recorrida por los Argonautas.
Marte, el dios romano de la guerra que era el equivalente de Ares, era mucho más significativo para los romanos, ya que era el padre de Rómulo y Remo, fundadores de la ciudad.
De hecho, fue parcialmente responsable del enorme éxito del nuevo imperio, que se estableció gracias a sus ejércitos perfectamente organizados y su obsesión por la supremacía militar.
Los romanos le dedicaron el Campus Martius o Campo de Marte en el corazón de la ciudad. También el mes de marzo recibió ese nombre en su honor.
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Aquiles, hijo de la diosa Tetis y del mortal Peleo, fue uno de los grandes héroes de la mitología griega.
De todos los que lucharon en la Guerra de Troya fue el más reconocido.
Su papel en la guerra fue decisivo para la victoria de los griegos, pero eso no significaba que pudiese asistir a la caída de Troya.
Pese a sus cualidades sobrehumanas, Aquiles era mortal. Su muerte fue anticipada y, al contrario que otras figuras como Heracles (Hércules), no le esperaba la edificación, sino una vida de desesperanza en el mundo de las sombras. La extrema fortaleza, crueldad, arrogancia y belleza de Aquiles se convirtió en el prototipo de todos aquellos que quisieran pagar por vivir una vida ilustre, peligrosa y acelerada.
Este tipo de vida siempre conlleva una muerte prematura, tal y como muestran los ejemplos de Alejandro Magno, conquistador macedonio que admiraba al propio Aquiles, e incluso otros más recientes como el de James Dean, Jimi Hendrix, Ayrton Senna o Barry Sheen.
Al principio, tanto Zeus como Poseidón cortejaron a la encantadora Tetis, hija de Nereo, dios del mar, pero como debido a una antigua predicción el hijo de Tetis superaría a su padre, se convirtió en esposa de Peleo, rey de Fitia en Tesalea. Durante su magnífica ceremonia de bodas se sembraron las semillas de la Guerra de Troya cuando Eris, diosa de la discordia, arrojó una manzana dorada sobre los invitados. Iba destinada a Hera, la diosa más bella, pero Atenea y Afrodita iniciaron una pelea con ella para dilucidar quién merecía la manzana, siendo Paris, príncipe de la corona de Troya, el que juzgó finalmente a petición de todos, con un resultado desastroso.
Tetis sabía que su hijo se convertiría en un destacado héroe, pero también sabía que no llegaría a alcanzar la madurez.
Con todo el amor que le podía dar, hizo cuanto pudo para cambiar su destino, hasta bañar a su hijo en las aguas de la laguna Estigia que conducía al Averno para hacerle inmortal. Y casi lo consiguió, pero cuando sumergió a su pequeño en el agua, el talón por el que le sujetaba quedó fuera del agua yeso provocó que siguiese siendo mortal. Finalmente fue el «talón de Aquiles» el elemento fatal para el héroe.
De acuerdo con otra interpretación, ante el estupor del padre del pequeño, Tetis, trató de hacer inmortal a Aquiles acostándole sobre el fuego durante la noche y frotando su cuerpo con ambrosía a diario.
Aquiles fue educado por el sabio centauro Cirón, que ya había instruido a otros héroes. Entre otras cosas, Aquiles recibió una formación intensiva en la carrera, algo que le iba a ser de gran utilidad en el campo de batalla. Uno de los epítetos más corrientes en la Ilíada de Homero es el de «pies ligeros».
Debido a que Tetis sabía que Aquiles corría el peligro de morir en la batalla. le envió a la corte del rey Licomedes en la isla de Scyros, donde se ocultó bajo la apariencia de una joven durante unos días. Sin embargo, esto no evitó que aun así tuviese un hijo, Neoptolemo, con Deidamiata, hija de Licomedes.
La estancia de Aquiles en el refugio no duró demasiado. Cuando los griegos decidieron partir hacia Troya para rescatar a Helena. Artemisa rechazó proveerles del viento necesario a menos que el comandante griego, el rey Agamenón de Micenas, le ofreciese a su hija Ifigenia. Agamenón convenció a Ifigenia para que acudiese al puerto de Aulis, donde se encontraba la flota, con la promesa de casarla con Aquiles. La llegada del héroe tuvo que ser planificada con astucia por Odisea, que llevó a cabo la tarea con gran entusiasmo. Escondió algunas armas entre las joyas que había en las habitaciones de las mujeres en el palacio de Licomedes.
Entonces se acordó que habría un sonido de trompetas para dar la señal de alarma, momento en el cual una «dama», que sería Aquiles disfrazado, tendría que acudir a recoger las armas ...
Aquiles confirmó su reputación de guerrero despiadado e indestructible casi de inmediato en cuanto llegó a Troya. Los troyanos sentían el miedo cada vez que le veían aparecer en su cuadriga con su auriga, Automedonte. Dos caballos inmortales, Xanto y Balio, que podían incluso hablar, tiraban de la cuadriga. Incluso antes de empezar el asedio de la ciudad, Aquiles mató a Cieno, uno de los hijos de Poseidón, que era inmune a las armas ordinarias, por lo que Aquiles optó por estrangularle con la cinta de su propio casco.
Troilo, uno de los hijos de Apolo y Hecabe, reina troyana, murió en una emboscada que le tendió Aquiles mientras escoltaba a un grupo de troyanas, entre las que estaba Polixena, cuando se dirigían a coger agua más allá del recinto amurallado de la ciudad. Este hecho, no obstante, fue uno de los más heroieos en la historia de Aquiles.
Durante los diez largos años de asedio de Troya, los griegos llevaron a cabo diversas incursiones y saquearon las pequeñas localidades que rodeaban la ciudad-estado. Aquiles jugó un papel principal en estos ataques. Durante una de las incursiones raptó a la bella Briseis, a la que convirtió en su amante. Agamenón, comandante en jefe de las tropas griegas y beneficiario de gran parte del botín de guerra tomado por Aquiles, también tenía una amante. Criseis le parecía mejor que su esposa Clitemnestra, a la que había dejado en casa, si bien Criseis era hija de uno de los sacerdotes más importantes de Apolo, y para evitar la ira del dios, Agamenón tuvo que devolverla a su padre. Aquiles fue uno de los que más insistieron en ello y Agamenón entonces reclamó a Briseis como amante. Como comandante en jefe no podía tolerar que nadie gozase de más favores sexuales que él.
Aquiles tuvo que entregar a Briseis en contra de su voluntad, pero rechazó seguir adelante con el asedio. Se había herido su orgullo y el héroe inclusó pidió a su madre que implorase a Zeus que la fortuna de la batalla sonriese a los troyanos, como así ocurrió. El asedio de Troya duró diez años, con los griegos cada vez más presionados. Los troyanos incluso llegaron a enfrentarse a ellos en su propio campamento situado junto al mar, momento en el que Aquiles rehuyó el combate con el enemigo. No obstante, cuando los troyanos amenazaron con incendiar los barcos de los griegos, sí aceptó que su mejor amigo y compañero de fatigas, Patroclo, entrase en combate en medio de toda la confusión. Patroclo se vistió con la armadura de Aquiles y se convirtió en el héroe de la batalla, ya que los troyanos le tomaron por Aquiles, que ya se había encargado antes de ponerles de rodillas. Pero aunque pudiese parecer el propio Aquiles, no lo era, y Héctor, príncipe de la corona troyana, le mató y se hizo con la armadura del héroe griego.
Aquiles montó en cólera cuando supo la noticia de que su mejor amigo había muerto. Incluso su madre, la divinidad que le visitaba en su propia tienda, era incapaz de consolarlo. Aquiles sólo quería vengarse y cuando Tetis le dijo que estaba escrito que moriría poco después de la muerte de Héctor, contestó: «Moriría en este lugar y en este momento, ya que no puedo salvar a mi amigo. Ha caído lejos de casa y en un momento de necesidad mi mano no ha estado allí para ayudarle» (la IJíada, XVIII, 98100). Tetis supo entonces que no podría detener a su hijo, por lo que llamó a Hefesto para que le hiciese una nueva armadura a Aquiles.
Vestido con su nueva armadura, el héroe se subió a su cuadriga y se encaminó hacia el campo de batalla, donde provocó un baño de sangre entre los troyanos. Buscó a Héctor tres veces en los alrededores del recinto amurallado hasta matarlo y arrastrar su cuerpo desnudo con su cuadriga. Cada día arrastraba su cuerpo por donde pasaba y sólo después de un tiempo pudo Tetis convencerle de que devolviese el cuerpo de Héctor a su padre, Príamo, que guiado por Hermes, el mensajero de los dioses, y con un importante rescate, llegó personalmente hasta la tienda de Aquiles para presentarle sus respetos. Eljoven quedó conmovido por la pena del anciano y le entregó el cuerpo de su hijo, diciéndole que podía enterrar a Héctor en paz en un lugar adecuado. Esta historia del resentimiento de Aquiles por la pérdida de Briseis, la entrega del cuerpo de Héctor y su enterramiento quedó descrita de manera magistral en la Ilíada.
Poco antes de su muerte, Aquiles se vio envuelto en una batalla contra un ejército de Amazonas que llegaron para ayudar a los troyanos. Consiguió derribar a su reina, Pentesilea, con su lanza, pero se enamoró de ella al ver su cuerpo muerto sin la protección de la armadura.
Poco después de esa aventura fue herido con una flecha lanzada con el arma de Paris, un gran guerrero cuyo arco en esta ocasión estaba guiado por Apolo, al que no le gustaba demasiado Aquiles. El dios se aseguró de que la flecha acertaba en su única parte vulnerable, el talón.
Tetis y las otras hijas de Nereo lloraron la muerte de su hijo durante 17 días. Incluso las musas acudieron a su funeral para entonar un himno de lamento frente a su pira. Después de la cremación, sus cenizas fueron depositadas en una urna dorada que había sido forjada por Hefesto y situada en la misma tumba en la que fue enterrado Patroclo, junto al mar.
Después se desencadenó una cruenta batalla entre los griegos para dilucidar quién debía ser el heredero de la armadura de Aquiles. Áyax, que había sido el que había recuperado el cuerpo del héroe en el campo de batalla, lo reclamó para él, pero finalmente fue Odisea quien se hizo con la preciada pieza provocando con ello el suicidio de Áyax. Odisea presentó después la armadura a Neoptolemo, el hijo de Aquiles, para forjar un vínculo más fuerte entre todos los griegos antes de empezar la fase más dura de la Guerra de Troya.
Poco después, el mismo Odisea se encontró con la sombra de Aquiles en el mundo de las almas, una escena que Homero describe en la Odisea. El héroe había cambiado de idea y ya no proclamaba aquello de que había que vivir deprisa y morir joven.
«No me consueles en mi muerte, rey Odisea», le dijo a su visitante del mundo de los vivos. «Preferiría ser siervo en una casa pobre en el mundo de los vivos que rey de reyes entre los muertos» (la Odisea, XI, 488491).
De acuerdo a otra narración de los hechos, la sombra de Aquiles, que poco antes de que los griegos salieran de Troya había reclamado a Polixena, hija de Príamo, sobrevivió junto a Patroclo en la isla de Leuce, una zona paradisíaca del Averno reservada para los grandes héroes. No obstante, esta suposición parece justificar que el héroe pudiera haber preferido una vida con luz plena en el mundo de los vivos en vez de ser una sombra en el mundo de los muertos.
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La Quimera es otro animal fantástico de la mitología griega.
Era hija de Tifón (hijo menor de Gea) y Equidna (la víbora).
Es una mezcla entre la cabeza de un león, busto de cabra y cola de serpiente, aunque también se la ha representado con varias cabezas, una de cabra y otra de león.
Lo más aterrador de esta criatura es que expulsaba fuego por la boca, por lo que resultaba casi invencible y sumamente peligrosa.
El rey de Caria, Amisodares la crió y su lugar de residencia era Pátara.
La Quimera asotaba con su fuego y cometía pillaje, robándose los rebaños en la ciudad de Licia.
Por esto, el rey Yóbates le pide a Belerofonte (héroe griego, hijo de Poseidón) que la mate. Además, el rey tenía la doble intención de deshacerse de Belerofonte pues su hijo se lo pide en una carta.
Belerofonte que era favorito de los dioses, fue a luchar con la Quimera acompañado del caballo alado Pegaso (hijo de la Gorgona y Poseidón).
Se cuenta en la leyenda que Belerofonte, haciendo uso de su astucia, puso un trozo de plomo en la punta de su lanza.
Al enfrentarse con el fuego de la Quimera, hizo que se calentara el plomo y éste matara a la bestia.
El nombre de Quimera también fue utilizado para llamar a una ninfa siciliana que se enamoró del hermoso Dafnis.
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Las Sirenas a diferencia de la costumbre popular, dentro de la tradición griega eran genios marinos, mitad mujeres y mitad aves.
Su ascendencia no está clara.
Según las versiones más comunes del mito, son hijas de Melpómene (musa de la tragedia) y de Aqueloo (dios del río homónimo y primogénito de los dioses-ríos).
Pero otras versiones las hacen hijas de Aqueloo y Estérope, o Terpsícore (musa de la poesía y la danza) o también del dios Forcis.
Según la versión de Libanio, nacieron de la sangre de Aqueloo, que fue derramada por Heracles (Hércules).
La primera mención que se conoce de las Sirenas es en La Odisea, cuando Odiseo se enfrenta a su canto en el mar.
Aquí aparecen sólo dos, pero otras tradiciones hablan de tres: Pisínoe (Parténope), Agláope (Leucosia), y Telxiepia (Ligia) o incluso de cuatro: Teles, Redne, Molpe, y Telxíope.
De las sirenas se sabe que su especialidad era la música.
Se cree que una tocaba la lira, otra cantaba y la otra tocaba la flauta.
Para el poeta y mitógrafo Ovidio, las sirenas no siempre tuvieron esa forma, sino que en un principio eran mujeres muy hermosas compañeras de Perséfone (diosa del mundo subterráneo y compañera de Hades), antes de que fuera raptada por Hades.
Cuando sucedió el secuestro, ellas le pidieron a los dioses que les dieran alas para poder ir en busca de su amiga.
Otra versión dice que su transformación fue un castigo de Démeter por no defender a su hija de Hades e impedir el secuestro.
También se dice que Afrodita les quitó su belleza, por que despreciaban las artes del amor.
Hay una leyenda que cuenta que después de la metamorfosis, rivalizaron con las musas, y éstas muy ofendidas, las desplumaron y se coronaron con sus despojos.
De acuerdo con el mito más difundido, vivían en una isla del Mediterráneo que tradicionalmente es ubicaba frente a la costa italiana meridional, más específicamente frente a la Isla de Sorrento y con la música que tocaban atraían a los marinos, que aturdidos por el sonido, perdían el control del barco que se estrellaba contra los arrecifes. Entonces las Sirenas devoraban a los imprudentes navegantes.
Varios héroes pasaron por su isla incólumes, gracias a ardides o a la ayuda de algún dios.
En el caso de los Argonautas, se cuenta que pasaron muy cerca de la isla de las sirenas, pero que Orfeo, que tenía fama de cantar maravillosamente (héroe griego) hizo uso de su talento con tanta armonía y tan melodiosamente, que no las escucharon por lo que se salvaron de su terrible destino.
Butes (uno de los argonautas) no pudo soportar la tentación y se lanzó al mar, pero Afrodita lo rescató.
De igual manera, Odiseo (Ulises), fecundo en ardides, cuando se iban acercando a la isla temida, por consejo de Circe, ordenó a sus hombres que se taparan los oídos con cera, y él que no podía con la curiosidad de escucharlas, se hizo amarrar al mástil, con orden de que pasara lo que pasara, no lo desataran.
Al escuchar los cantos de las sirenas quizo soltarse pero sus compañeros no se lo permitieron.
Cuenta la leyenda, que las sirenas devastadas por su fracaso, se lanzaron al mar y murieron ahogadas.
Posteriormente, las sirenas pasaron a ser consideradas divinidades del más allá, y se suponía que cantaban para los bienaventurados en las Islas Afortunadas.
Fue así como pasaron a representar las armonías celestiales y es así como las dibujan en los ataúdes y sarcófagos.
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