Siguiendo a Piaget, Wallon y Erikson, entre otros, el niño pasa por varios estadios de desarrollo hasta convertirse en adolescente y finalmente en adulto.
Las tres fases del desarrollo son: la infancia, la niñez y la adolescencia.
Son tres tipos de inteligencias distintas, tres maneras de abordar la realidad.
Para Jean Piaget (1896-1980), prestigioso psicólogo conductista, todo el desarrollo de la inteligencia está en un proceso de estimulación a fin de lograr la adaptación al medio mediante la asimilación y acomodación.
Cuando un niño nace, dispone de una capacidad de desarrollo de potencial intelectual.
El hecho de que pueda llegar más o menos lejos va a depender básicamente del esfuerzo que él haga, pero este esfuerzo va a estar condicionado por los estímulos que les ofrezca su entorno.
La rapidez del avance, a través de los períodos de desarrollo de la inteligencia, está influida por el entorno sociocultural, aun cuando el orden de los estadios o fases permanezca inalterado.
La mejor ayuda al desarrollo del niño es un medio ambiente que lo estimule, que le resulte atractivo y gratificante.
Para Henri Wallon (1879-1962), psicólogo neoconductista y afamado neurólogo, la evolución es un proceso más discontinuo, con crisis y saltos apreciables, tiene un enfoque más pluridimensional.
En la mayoría de los casos, la pintura puede tener un efecto preventivo, ya que por medio de ella los niños aumentan la conciencia de sí mismos y pueden superar las crisis de su desarrollo con mucha más facilidad.
Para Erik Erikson (1902-1994), psicoanalista norteamericano, el desarrollo se basa en los aspectos psicosociales del proceso evolutivo humano, la vida gira en torno a la persona y el medio.
Cada etapa es avance o regresión de otras etapas.
Cuando hablamos de inteligencia hablamos también de creatividad infantil; en la escuela habrá que tener en cuenta que ésta se manifiesta y fomenta por medio de actividades expresivas, básicamente a través de la expresión dinámica (actividades lúdicas, el juego) y la expresión plástica (dibujo, pintura).
Introducir los mandalas como instrumento educativo tiene como objetivo:
- Desarrollar los sentidos y la capacidad de percepción.
- Fomentar la iniciativa personal.
- Estimular la imaginación favoreciendo la libre expresión.
- Ayudar a la formación de la inteligencia, del razonamiento, del control y dominio del cuerpo.
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