27 de noviembre de 2017

El Templo de Dendera - Los Dos Zodiacos - Astrologia Egipcia


Uno de los atractivos de Egipto es el desconocimiento que se tiene sobre él, aún después de más de cien años de intenso estudio, y ello por referirnos a las investigaciones occidentales, no olvidemos que hace más de dos mil años el país del Nilo era asignatura obligada para los sabios de la Grecia clásica.

Normalmente ese desconocimiento es mayor cuanto más lejano en el tiempo se sitúa el objeto de nuestro interés.

Así, nos parece que no hay nada más misterioso en Egipto, y con mucha razón, que lo concerniente a la meseta de Giza, a esos antecesores llamados los seguidores de Horus, a Dashur… y, en definitiva, a su propio origen que, por supuesto, está por desvelar.

Sin embargo, lo irritantemente desconocido se puede encontrar allí de repente y casi en cualquier sitio. Por ejemplo, en Déndera, un templo de neto corte ptolomaico y, por tanto, reciente, pero ya hablaremos si queréis de su antiguedad...

Es uno de los templos más bellos de todo Egipto, esa fue una de las impresiones que tuve cuando lo visité la primera vez y que no ha cambiado después de admirarlo más veces.
También me pareció enigmático.
En él abundan de modo abigarrado inscripciones y jeroglíficos junto a enormes relieves y pinturas que no incluyen una sola palabra de texto.
Esto es lo que ocurre con sus dos “zodíacos”.
Porque en Déndera no hay uno. Hay dos.
El universalmente conocido es circular, robado por Napoleón fue llevado a Francia cortado en pedazos y podéis contemplarlo en el Museo del Louvre.
Veréis una reproducción, el original lo tienen en el sótano.
Puede verse otra copia en el lugar que ocupaba originalmente; en el mismo templo de Déndera.

El otro zodíaco, rectangular y menos conocido, está bellamente pintado con armoniosos colores, que aún se conservan, y ocupa una larga franja a todo lo largo del techo de la sala hipóstila.

Daos cuenta que no hay nada de texto en ellos, tampoco en los originales.
Nada, ni una sola frase.
El rectangular es un tebeo sin bocadillos que expresa directamente mediante las imágenes algo que hoy se nos escapa.
Ambos tienen innegables elementos astronómicos que deben ser fundamentales en su lectura.
Existen diversas interpretaciones sobre su contenido, en el Louvre te ofrecen una según la cual, el circular, era un calendario astronómico en el que pueden leerse incluso predicciones de eclipses.
Otros afirman que sólo es un grabado que contiene la clásica división zodiacal griega del universo.

Y está, cómo no, la interpretación de Albert Slosman (1925-1981) que es muy interesante por tratarse de la opinión de alguien sumamente familiarizado con la astronomía; era profesor de matemáticas y miembro del equipo de la NASA que se ocupó de las sondas Pioneer a Júpiter y Saturno.
Seguro que merece la pena leer alguno de sus libros o, en su defecto, enterarse de su curriculum, vida y milagros a través de la red, a ser posible utilizando páginas en inglés. Slosman hizo una tesis doctoral sobre Pitágoras que le llevó a interesarse por Egipto.

Viajaba allí cada vez que tenía oportunidad, donde, a medida que leía y descifraba por sí mismo los textos jeroglíficos, empezó a dudar de que este lenguaje, el jeroglífico, hubiese sido comprendido y traducido con tanta claridad y fidelidad como aseguraban los egiptólogos, sobre todo teniendo en cuenta las diferencias de interpretación de los eruditos.

Su teoría, que él no califica como tal porque está grabada en las piedras de Déndera, muy resumidamente, describe la huida de su lugar original (Atlantis, perdón se me ha escapado), de unas gentes que, azotadas por un cataclismo acuático o diluvio (que se representa por ocho líneas quebradas en el zodíaco), logran arribar a Magreb y establecerse posteriormente en el “segundo corazón de Ptah”, es decir en Egipto.
El tiempo al que hace retroceder esta historia marea; 12.000 años a la canal, pero es congruente con el relato de Platón y algunas referencias clásicas.



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