9 de diciembre de 2017

Benares - A la Orilla Del Ganges - India - III Parte


En el hinduismo más dogmático, las viudas deben dedicar el resto de su vida a la memoria de sus esposos, ya que sin ellos su existencia no tiene valor. 
Están obligadas a no llevar ningún tipo de joya u ornato que las pueda destacar, deben vestir un simple sari blanco, he ir con el pelo corto o incluso rapado como signo de renuncia a los goces terrenales. 
En muchas ocasiones son obligadas a efectuar los trabajos más duros en la casa marital de la familia de su esposo. Muchas de ellas son abandonadas a su fatalidad o mandadas a alguna de las "ciudades de viudas" entre las que se encuentra Benarés, donde les espera una mísera existencia hasta el momento de su muerte. 

Unos 35 millones de viudas se calcula que hay actualmente en la India, un tercio de ellas recluidas en las casas de acogida, socorridas por la caridad, subsistiendo en evidentes condiciones de miseria y falta de higiene. En las que el único modo de subsistir es mendigando o prostituyéndose. Son las víctimas de una religión tan singular como injusta. 

En el barrio de Chowk, se haya así mismo el Old Bazaar (bazar viejo), uno de los mercados más vistosos y activos de la ciudad. Lleno de vida, colorido, variopinto y seductor, en el que el descanso no existe, pues parece como si estuviera abierto todo el día. 
Entre suciedad, vacas sagradas, rickshaws, motocicletas y una multitud que no cesa de transitar por sus estrechas e intrincadas callejuelas podemos encontrar: panaderos, queseros, fabricantes conservas, pasteleros, lecheros que preparan allí mismo yogurt o lassi, libreros, zapateros, puestos de venta de tés, comerciantes de seda, vendedores de juguetes, tiendas de especias, joyerías, y hasta vacas sagradas..... Perderse por él es una actividad más que nos ofrece esta ciudad. Los comercios, en muchos casis minúsculos, nos ofrecen todo lo que la mente pueda imaginar, incluso lo inconcebible, pues en sus puestos se venden cosas desconocidas para los humanos de occidente, en donde los comerciantes de estos oscuros y diminutos cuchitriles se dedican a los oficios más variados. Como en el resto de la India, comprar en el Old Bazaar es una experiencia única, donde regatear es imprescindible convirtiéndose en una destreza, formando parte de la esencia de la ciudad. 

Para relajarnos del ajetreo y la intensidad de la ciudad, en la última planta del Rashmi Guest House y con unas vistas impresionantes de río, se encuentra el restaurante Dolphin, situado justo encima de Man Mandir Ghat. 
No puedo opinar sobre la comida, ya que solo estuvimos tomando unas frías cervezas, descansando y recreándonos de la panorámica. Desde él se puede ver, en la terraza del edificio contiguo, el observatorio astronómico mandado construir por el Maharajá Jai Singh II en siglo XVIII, uno de los 5 edificados por él en la India.

Sitio de reunión de autóctonos y foráneos, donde podremos visionar un magnífico espectáculo y uno de los mejores lugares del mundo para observar las distintas formas de entender el hinduismo.  

Pero lo que en realidad identifica a Benarés del resto de la ciudades de India, son sus "ghats". 
Esas escalonadas gradas de piedra, rodeadas de cientos de templos, que desde la ciudad descienden al rio y que en número de 84, se extienden por su orilla a lo largo de 7 km. siendo los enclaves

Estos ghats, que con frecuencia se inundan en la época de lluvias, son lugar de peregrinación no solo para los hindúes, si no también para los fieles de otras religiones, atrayendo hacia sus aguas a más de un millón de estos penitentes cada año. Siendo protagonistas en ellas los baños y abluciones que secuencialmente y en número de cinco están obligados a realizar durante este la recorrido ritual, en la creencia de que cada chapuzón en ellas les depurará sus pecados. En ellos nos toparemos con las insólitas imágenes de familias enteras bañándose, mujeres preparando ofrendas con comida y velas para que la corriente del rio la lleve, hombres lavando ropa, personas rezando o meditando, pintores, pescadores, búfalos tomando su baño, mendigos, vendedores de droga, incluso esos curiosos y genuinos personajes que forman los gurús o santones, realizando yoga, fumando marihuana con piadosos fines u ofreciendo oraciones a los peregrinos que hasta ellos se acercan. Estos últimos personajes suelen estar dispuestos a mantener charlas con los foráneos que les emplazan, dejándose fotografiar con el donativo de algunas simples monedas. 



Recorrerlos hacia el sur partiendo desde el de Dasashwamedh, el más significativo de todos y uno de los  lugares más visitados de la ciudad, pasando por el animado de Ahilyabai, y el de Darbhanga, que con sus antiguas havelis (palacios) de altas torres, erigidas a principios del siglo XX por dos príncipes de Bihar, parecen custodiar el rio. En nuestro caminar seguiremos descubriendo los de Rana Mahal, el muy concurrido de Kedar, Vijaya Nagaram, Lali, Harishchandra, Shivala, Jain, en el que se sitúan los pescadores.  
Hasta llegar a Assi Ghat, el ubicado más al sur, donde el rio Assi se une con el Ganges, afamado por su gran Shiva Lingam situado bajo un árbol Peepal y lugar preferido de los fervorosos hindúes que se aglomeran en él, para brindar sus rezos después de tomar su baño sagrado. 
Podemos así mismo tomar dirección norte cruzando los de  Rajendra Prasad, Man Mandir, donde está el observatorio de Jai Singh II, Lalita, Manikarnika, Scindia, con su templo medio sumergido, Ganga Mahal, Bhonsale y Pancha Ganga, donde se sitúa la Gran Mezquita de Aurangzeb, incluso llegar a Adhi Kesava Ghat, en la confluencia del rio Varuna con en gran rio de Benarés, lugar donde se dice que Vishnú pisó por primera vez Benarés. Cualquiera de estos dos recorridos se convertirán en una senda que nos ira mostrando escenas cotidianas de niños jugando en las aguas, vacas sagradas refrescándose, mujeres ceñidas en sus vistosos saris lavando en el río o realizando una puja (ofrenda).   
El ghat de Dasashvamedh, desde el que se inician los recorridos en barca, es considerado uno de los mejores, desborda actividad y en él se ubican bajo coloridas sombrillas de bambú filas de sacerdotes dirigiendo las plegarias rituales. Siendo en este lugar donde tendremos la seguridad de toparnos con gurús y santones, que maquillados de vistosas pinturas, meditan o realizan yoga sobre sus gradas, también con fieles devotos practicando sus baños, con mendigos o con infinidad de vendedores y buscavidas que nos ofertaran los servicios más insólitos, como cortarnos el pelo y afeitarnos, darnos un masaje allí mismo a la vista de todos u ofrecernos cualquier tipo de producto. 
Su nombre procede de la leyenda sobre el sacrificio de diez caballos que consumó Brahma para que Shiva volviera de su destierro.  

En la religión hindú, morir en Benarés y ser incinerado en ella es motivo de júbilo, ya que aquí se alcanza la salvación y la quiebra del ciclo de reencarnaciones, en la creencia de que antes ya de la existencia del Ganges era el lugar donde se quemaba a los muertos. 
El fin primordial de todo hindú, es acudir a ella para expirar su último suspiro, pues al parecer Shiva susurra palabras de alivio al oído de los moribundos. Miles de peregrinos se allegan a esta ciudad en busca de la paz liberadora que ofrece la diosa Ganga, siendo centenares los ancianos que vagan por sus calles a la espera del momento que los trasladará hasta el descanso eterno.  

Para los humanos occidentales que somos, el hecho de la muerte tiene un significado de dolor y rechazo. Hace ya muchas lunas que dejamos de amar y comprender el ocaso de nuestra vida, por eso la ocultamos bajo tierra, sin embargo en la India la muerte se respeta igual que la vida, y juntas caminan de la mano para darle un lógico sentido a nuestra existencia. Por eso en estas terrazas de los ghats, "vida y muerte" se entrecruzan con la máxima naturalidad, donde gran numero de devotos se aglomeran en medio de una enorme algarabía sumergiéndose en sus aguas, al tiempo que en su cercanía se está efectuando una cremación................ un ejemplo más de personalidad de este país, donde la calma y la tolerancia son su razón de ser. 

De entre estos ghats de cremación destacan Manikarnika y Harishchandra, en los que durante nuestro recorrido podremos hacer una pausa para hacernos una idea de este ritual en torno a la muerte. Manikarnika, donde la mitología sitúa el pozo que Vishnú cavó con su disco antes de que el Ganges fluyera por el lugar, es el más impactante y sagrado de todos y el que auspicia los mejores augurios para los difuntos, siendo el predilecto para muchos creyentes, algunos de los cuales son traídos hasta aquí para ser incinerados desde lugares muy alejados en la distancia. En él arden de forma permanente las piras funerarias independientemente que sea de día o de noche, esperando su turno de fuego los cuerpos yacentes junto a los apilados troncos de leña que harán de combustible. 

Los cuerpos son trasladados a hombros, sobre camillas de bambú cubiertos por telas naranjas o amarillas, a través del casco antiguo camino el río sagrado. No es extraño poder observar durante nuestra ruta, alguna de estas procesiones por las callejuelas de la ciudad, mientras el resto de los viandantes continúan con su actividad cotidiana sin más. Antes de darle el fuego redentor, el cuerpo se baña en el río, se le despojan las telas que lo cubren, dejándole un sudario blanco y depositándole sobre la pira, se hace arder esta con unas matas de paja, a la vista de todos. Los viandantes podremos contemplar la solemnidad del acto, ya que el ritual que corteja a la muerte es aquí algo natural y cotidiano, sólo es preciso tener el debido respeto y ser prudente con las fotos, ya que en sus alrededores hay una mafia de buscavidas atentos a los foteros. 

En la parte alta del ghat se almacenan montones y montones de troncos,  que son trasportados a hombros de forma continua hasta el lugar por los recovecos de la ciudad. Cada tipo de madera tiene un coste diferente, siendo la de sándalo la más cara y aunque sea en una ínfima parte, todas las piras deben de tener algo de esta singular y sagrada madera.  

Hasta doscientos cuerpos son quemados diariamente en este lugar, consumiéndose unos  200 kilos de madera en cada pira, que tarda alrededor de  tres horas en quemarse. Una vez incinerados los cuerpos se recogen las cenizas arrojándolas al Ganges. No solo son quemados en este lugar los muertos de Benarés, cadáveres de otros lugares lejanos de India son traídos hasta aquí. Siendo muchos los que procuran llegar a esta ciudad para morir, en la que se encuentran cinco asilos para aguardar la muerte, en los que se alojan y subsisten unos 1.500 ancianos, a la espera del tenue susurro de Shiva que les traslade a la liberación.

Después de este paseo que os he propuesto por esta delirante ciudad, entre la vida y la muerte, entre la existencia y la nada, deberíamos acercarnos en el ocaso del día a una de estas escalinatas para presenciar la ceremonia del "aarti ganga". En los ghats de Dasashwamedh y Man Mandir son cientos de personas las que acuden a ese rito mágico ejecutado por brahmanes, donde se agasaja a la "diosa rio" con fuego, danzas y canciones. En este ritual, cuyo origen está en la religión vedica, están presentes, siendo sus protagonistas, los cinco elementos: el espacio (akash), el viento (vayu), la luz (tej), el agua (jal) y la tierra (pruthvi), bajo la forma de grandes lámparas de luego, acompañadas del sonido de campanas, golpes de tambor del gong ceremonial y el canto de alabanza y de mantras en sánscrito. El resto de los creyentes ofrecer flores y luz al rio, con el propósito último de ofrecer su gratitud, en la creencia que si el sagrado río refleja la luz ofrecida, entonces es que la ha aceptado. El fervor de los locales es enorme y el ambiente irrepetible, nos envuelven aromas de incienso y sándalo,  los sonidos de los instrumentos que al comienzo nos suenan extraños y chocantes, se tornan armónicos. La noche que ya ha hecho su presencia, trasforma el lugar en algo realmente especial,................. algo que hay que vivir y sentir, ya sea en Benarés, Haridwar, Rishikesh o en cualquier otra orilla de este sagrado rio de la India. 

Además de docenas de templos únicos, un puñado de mezquitas y sus afamados ghats, Benarés ofrece una selección de lugares curiosos de ser visitados. Destacar de entre ellos, en su periferia, Sarnath, la cuarta ciudad más sagrada para los devotos Budistas, donde hallan las ruinas de la Stupa Dhamekh erigida en el 250 a.C. por el emperador indio Asoka. Importante centro de culto budista, en el que la leyenda sitúa el lugar donde Buda realizo su primer sermón. En su proximidades se encuentra la Stupa Chaukhandi y un interesante Museo Arqueológico. 

Pomposa y terrible, Benarés no es lugar para espíritus delicados. En la ciudad habitada más antigua del planeta (ya existía en tiempos de Tebas y Babilonia) se mezclan la luz y las tinieblas, lo sublime y lo escatológico, harapientos niños y venerables ancianos de rostros labrados, muchachas bellísimas y miserables viudas, turistas y leprosos, campanas y letanías, sándalo y excrementos, oro y miseria...............vida y muerte. Los visitantes suelen recordar sorprendidos, al regresar de ella, su energía, la intensa actividad religiosa que fluye por cada rincón. y el surrealismo vivido a través de las imágenes contempladas, dejándonos algunos de los mejores instantes de este mágico destino que es India.

 Fuentes: Pablo Font


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