17 de diciembre de 2017

Iconografia - Mitologia Egipcia -


Cada dios egipcio tenía asociado un animal, símbolo de una de las virtudes representada por el dios.

Así Anubis, dios de la necrópilis teniá asociado el chacal, por la costumbre de estos animales de desenterrar las tumbas del desierto, y Hathor, madre de Horus estaba asociada con la vaca, por la protección que de sus crías hace este animal.

El halcón representaba a Ra, dios solar, por que al igual que Ra surcaba velozmente el cielo.
Los dioses se representaban como humanos, con algún atributo del animal asociado, o como humanos con cabeza de ese animal.
El mismo animal en su total representación podía asimilarse al dios.
Hay muchas figuras de chacal que representan al dios Anubis.
No existía ninguna relación de importancia en la representación, cuando se quería representar a un dios el hecho de hacerlo en su forma humana, humano con cabeza de animal, animal con cabeza de humano o animal entero no dependía de ningún factor.
Por este vínculo divino de los animales, muchos eran venerados en templos.
El más importante era el toro Apis.
En  vida el toro era  alimentado en los templos y a su muerte se transformaba en Osiris Apis (de donde proviene Serapis), embalsamado  y enterrado en el Serapeum.

Cada provincia o localidad adoraba a un dios-hombre y alimentaba a un dios-animal.
Estos eran venerados porque se le temía o porque eran servidores del hombre.
Pero el animal como tal abandonó su papel de dios para convertirse en el habitáculo, el cuerpo en el que los dioses depositaban sus poderes divinos.
El chacal era una encarnación de Anubis, pero no Anubis en sí.

Cuenta Diodoro de Sicilia que cuando un animal sagrado moría, se le envolvía en un sudario y se le transportaba a casa de los embalsamadores, mientras los hombres se golpeaban el pecho y lanzaban gemidos.
En el embalsamamiento se le aplicaba el proceso de conservación con aceites especiales y se le depositaba en una caja sagrada.
Según Maspero la muerte del buey Apis producía un luto universal que no cesaba hasta que los sacerdotes afirmaban haber encontrado otro buey con las mismas características.
Una divinidad podía estar asociada a un animal en una localidad y a otro diferente en otra provincia y de ahí muchas veces las diferentes representaciones que posee un mismo dios.


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