23 de noviembre de 2017

San Cristobal - Santos



San Cristóbal, popularísimo gigantón que antaño podía verse con su barba y su cayado en todas las entradas de las ciudades: era creencia común que bastaba mirar su imagen para que el viajero se viese libre de todo peligro durante aquel día. Hoy que se suele viajar en coche, algunos automovilistas llevan una medalla de San Cristóbal junto al volante. ¿Quién era? Su nombre griego, «el portador de Cristo», es enigmático, y se empareja con una de las leyendas más bellas y significativas de toda la tradición cristiana. Nos lo pintan como un hombre de estatura colosal, con gran fuerza física, y tan orgulloso que no se conformaba con servir a amos que no fueran dignos de él. Cristóbal sirvió primero a un rey, a quién Cristóbal vio temblando un día cuando le mencionaron al demonio. Cristóbal entonces decidió ponerse al servicio del diablo, verdadero príncipe de este mundo, y buscó a un brujo que se lo presentará. Pero en el camino el brujo pasó junto a una Cruz, y temblando la evitó. Cristóbal le preguntó entonces si él le temía a las cruces, contestándole el brujo que no, que le temía a quién había muerto en la Cruz, Jesucristo. Cristóbal le preguntó entonces si el demonio temía también a Cristo, y el brujo le contestó que el diablo tiembla a la sola mención de una Cruz donde murió el tal Jesucristo.

¿Quién podrá ser ese raro personaje tan poderoso aún después de morir? Se lanza a los caminos en su busca y termina por situarse junto al vado de un río por donde pasan incontables viajeros a los que él lleva hasta la otra orilla a cambio de unas monedas. Nadie le da razón del hombre muerto en la cruz que aterroriza al diablo. Hasta que un día cruza la corriente cargado con un insignificante niño. A mitad del río su peso se hace insoportable y sólo a costa de enormes esfuerzos consigue llegar a la orilla:


 ¿Quién eres, niño, que me pesabas tanto que parecía que transportaba el mundo entero?
·         Tienes razón, le dijo el Niño. Peso más que el mundo entero, pues soy el Creador del mundo. Yo soy Cristo. Me buscabas y me has encontrado. Desde ahora te llamarás Cristóbal, el portador de Cristo. 

A  cualquiera que ayudes a pasar el río, me ayudas a mí.
Cristóbal llevaba a hombros más que el universo entero, al mismo Dios que lo creó y redimió. Por fin había encontrado a aquél a quién buscaba.
Recibió el bautismo en Antioquía y se dirigió sin demora a predicar a Licia y a Samos. Allí fue encarcelado por el rey Dagón, que estaba a las órdenes del emperador Decio. 

Resistió a los halagos de Dagón para que se retractara. Dagón le envió dos cortesanas, Niceta y Aquilina, para seducirlo. Pero fueron ganadas por  Cristóbal y murieron mártires. 

Después de varios intentos de tortura, ordenó degollarlo. Algunos comentaron que la nación Siria y el mismo Dagón se convirtieron a Cristo.

San Cristóbal es un Santo muy popular, y poetas modernos, como García Lorca y Antonio Machado, lo han cantado con inspiradas estrofas. Su estampa, siempre colosal y gigantesca, decora muchísimas catedrales, como la de Toledo, y nos inspira a todos protección y confianza.
Sus admiradores, para simbolizar su fortaleza, su amor a Cristo y la excelencia de sus virtudes, le representaron de gran corpulencia, con Jesús sobre los hombros y con un árbol lleno de hojas por báculo.


Se le considera patrono de los transportistas y automovilistas.


Fuentes Consultadas Vida de los Santos
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