26 de diciembre de 2017

Dioses Africanos y Santos Católicos - I Parte


Oxalá: Es el orixá de la creación. Fue él quien modeló con barro el cuerpo de los hombres y Olodumarê (Ser supremo) quien sopló para darle vida. 
El culto a Oxalá está relacionado con la devoción católica a Jesús, hijo del creador y salvador de los hombres en la tierra. 
Ejemplo de este sincretismo entre Jesús y Oxalá es la fiesta del “lavagem da Igreja do Senhor de Bonfim”, en Salvador de Bahía.

Exu: Es el orixá mensajero entre los hombres y los dioses y una de las figuras más polémicas del Candomblé.
Desde su origen en África, está asociado al poder de fertilización y a la fuerza transformadora de las cosas. Nada se hace sin su permiso.
Entre los objetos que lo representan está el ogó, instrumento de madera esculpido en forma de pene y adornado con calabazas y conchas que representan los testículos y el semen.
Espíritu justo pero vengativo, Exu no hace nada sin obtener algo a cambio.
El día de Exu es el lunes, día de las almas en el calendario católico y su comida preferida es el gallo, la farofa de dendê, la pimienta y la cachaça (un digestivo muy fuerte).
El culto a Exu era visto como demoníaco por la iglesia y la asociación de esta divinidad con el demonio hizo que en algunas ocasiones, se representara con cuernos, rabo y patas de cabrito en lugar de manos.

Ogum: Es el orixá de la guerra y del fuego.
Sus símbolos son la espada y herramientas como la azada y la pala.
Sus virtudes para el combate lo aproximan a los santos guerreros como San Antonio y San Jorge.

Oxóssi: Es el orixá de la jungla, en la que caza para alimentarse.
Es una de las divinidades más populares del Candomblé.
En Bahia, Oxóssi se relacionó con San Jorge, cazador de dragones.
En Rio de Janeiro, se asoció con San Sebastián, quizá por el martirio del santo.
Sus símbolos sagrados son el ofá (arco y flecha) y el eruquerê (un látigo hecho con rabo de buey).

Obaluaiê: Es el terrible orixá de las epidemias y de las enfermedades contagiosas de la piel.
Obaluaiê tiene en su propio cuerpo las marcas de las enfermedades que anuncia.
Por esta razón se viste con un sombrero en forma de manto hecho de paja que le tapa casi por completo.
En Brasil, el culto de Obaluaiê se revistió de una gran seriedad y temor debido a los poderes que le
son atribuidos, como curar o expandir la peste.
Su sincretismo más frecuente fue con San Lázaro, ya que este santo tiene el cuerpo cubierto de yagas, y con San Roque, santo que dedicó su vida a cuidar a los enfermos de peste.
Para obtener la protección de Obaluaiê y de San Lázaro en Salvador de Bahía, en las iglesias de este santo, todos los lunes, los devotos del Candomblé acostumbran a tirar al suelo palomitas, alimento preferido de Obaluaiê y que recuerda las marcas dejadas por la varicela en su cuerpo.

Ossaim: Es el dios de las hojas, de las hierbas y de los medicamentos hechos a partir de éstas.
Su dominio es el mismo que Oxóssi, la jungla.
Por la importancia litúrgica que tienen las hojas en el Candomblé (en el culto a los orixás, en la
preparación de los baños rituales…) y por sus poderes medicinales, el culto a Ossaim desempeñó un papel fundamental en el desarrollo del Candomblé.
Como se piensa que es una divinidad que posee sólo una pierna, se le asoció con algunos “encantados” de los mitos indígenas.
El sincretismo de Ossaim en el catolicismo es muy variado.
Puede ser San Benedicto, San Roque o San Jorge.

Xangô: Este orixá, en su vida en la tierra, fue rey de Oyó, una de las principales ciudades de lengua yoruba.
En los mitos aparece como señor del rayo y del trueno y echa fuego por la boca.
Su símbolo es el hacha de dos hojas y a veces lleva una corona mostrando su condición de rey.
Se le asoció a San Jerónimo, ya que se le representa como un anciano imponente sentado alrededor de sus libros y bajo sus pies aparece un león, símbolo de la realeza entre los yorubas.

Oxum: Es la diosa yoruba del agua dulce, de los lagos, de las fuentes y de las cascadas.
En África, está relacionada con la fertilidad de las mujeres y con la riqueza, ya que es por la descendencia que se garantiza la continuidad de las familias y la subsistencia de las comunidades.
Por esto, en Brasil, su culto se unió al de la devoción católica a Nuestra Señora de la inmaculada Concepción.




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