12 de diciembre de 2017

Festividades Religiosas - En la Mitologia Romana


El calendario religioso romano reflejaba la hospitalidad de Roma ante los cultos y divini dades de los territorios conquistados. 

Originalmente eran pocas las festividades religiosas romanas. 
Algunas de las más antiguas sobrevivieron hasta finales del imperio pagano, preservando la memoria de la fertilidad y los ritos propiciatorios de un primitivo pueblo agrícola. 
Sin embargo se introdujeron nuevas festividades que señalaron la naturalización de los nuevos dioses. 
Llegaron a incorporarse tantas fiestas que los días festivos eran más numerosos que los de trabajo. 

Entre las festividades religiosas romanas más importantes figuraban las saturnales, las Lupercales, las Equiria y los Juegos Seculares. 

Bajo el Imperio, las saturnales se celebraban durante siete días, del 17 al 23 de diciembre, durante el periodo en el que comienza el solsticio de invierno. 
Toda la actividad económica se suspendía, los esclavos quedaban transitoriamente libres, había intercambio de regalos y predominaba un ambiente de alegría. 
Las Lupercales era una antigua fiesta en la que originalmente se honraba a Luperco, un dios pastoril de los ítalos. 
La festividad se celebraba el 15 de febrero en la gruta del Lupercal en el monte Palatino, donde se suponía que una loba había amamantado a los legendarios fundadores de Roma, los gemelos Rómulo y Remo. 
Entre las leyendas romanas vinculadas con ellos se encuentra la de Fáustulo, el pas- tor que se suponía que había descubierto a los niños en la guarida de la loba y los había llevado a su casa, donde los crió su mujer Aca Larentia. 
Las Equiria, festival en honor de Marte, se celebraba el 27 de febrero y el 14 de marzo, tradicionalmente la época del año en la que se preparaban nuevas campañas militares. 
En el Campo de Marte se hacían carreras a caballos que definían claramente la celebración. Los Juegos Seculares, que incluían tanto espectáculos atléticos como sacrificios, se realizaban a intervalos regulares, tradicionalmente sólo una vez en cada saeculum, o siglo, para señalar el comienzo de uno nuevo. La tradición, no obstante, no siempre se respetaba.




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