21 de diciembre de 2017

Yapana - Leyendas -


El respetado y temido Orixa que tiene poder sobre las enfermedades tanto para causarlas como para curarlas. Dios de la peste de la viruela y de las enfermedades contagiosas. También es considerado médico del espíritu y de la materia. Posee el poder de curar todas las dolencias de la piel, heridas, etc. Su símbolo más conocido es la paja da Costa.

Obalúayé (rey dueño de la tierra) u Omolú (hijo del señor) son los nombres, con los que se conoce a Xapana, dios de la viruela y las enfermedades contagiosas.

Una leyenda del Ifá dice:

Obalúayé seria originario de la región Empé (Tapá) y había llevado a sus guerreros en expedición a los cuatro puntos cardinales, una herida hecha con su flecha, volvía ciegos, sordos o mancos a las personas.

Xapana llego así al territorio de Mahí al norte de la ex Daome (hoy Togo), matando y desparramando a sus enemigos y destruyendo todo lo que encontraba a su paso. Los Mahí, habiendo consultado a un babalawo, aprendieron a apaciguarlo con ofrendas de pochoclo. Así tranquilizado por la atención recibida, mando a construir un palacio, donde viviría antes de volver al país Empé.

Los Mahí, prosperaron y todo volvió a la normalidad. A pesar de ese episodio desgraciado, Xapana sigue siendo saludado como: Kábíyèsí Olútápà Lempé (rey de Nupe en país Empé)

Cuenta una de las leyendas que un cazador Molusí vio pasar en el bosque un antílope y lo intentó matar, más el animal levantó una de sus patas delanteras y anocheció en pleno día, poco después la claridad volvió, y el cazador vio la presencia de una persona que declaró tener intención de darle un talismán poderoso para que el lo colocase sobre un montículo de tierra que debería estar de frente a su casa, y podría llamarlo en caso de necesidad.

Siete días después una epidemia de viruela comenzó a azotar la región entonces el sacerdote le dijo que era el poder de Xapana y que para poder combatir esta peste le debería hacer un templo y que todo el mundo le debería obediencia, para que estas pestes no volvieran.



Fuentes Consultadas
Maria Rosa Roja
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