29 de noviembre de 2017

Siete Astros Dioses y Los Doce Signos del Zodiaco -


Para acabar con Grecia y así encontrarnos en la encrucijada de las antiguas civilizaciones griega y romana, siguiendo el hilo de la historia de la astrología, citemos la obra compuesta por el poeta Arato, que nació en Solos, en Cilicia, hacia el año 315 antes de nuestra era, y que murió hacia el 240, titulada.

Los fenómenos, la cual, en su tiempo, tuvo una inmensa resonancia. 
Esta obra poética presenta por primera vez
 la estructura del zodíaco dividido en 12 sectore iguales que contenían los 12 signos.
Recordemos que, en Mesopotámia, el número 7 era el que tenía carácter sagrado. 
Coincidía en el número de astros-dioses que se situaban en el zodíaco de las constelaciones y al que sólo se consideraba una especie de espejo.

Pero, en Grecia, fue el zodíaco el que se convirtió en el instrumento para medir los movimientos del cielo que ejercían una influencia directa sobre la Tierra y sobre
los seres humanos y también tuvo una función principal.

Esta obra capital en su tiempo fue traducida en Roma a principios del siglo o antes de nuestra era por Publio Terencio, de origen cartaginés, por lo tanto fenicio; luego lo hizo Marcus Vano, llamado posteriormente Varrón, un escritor y político romano de principios del
siglo I antes de nuestra era; más tarde, Cicerón, filósofo y político romano contemporáneo de Varrón, que tuvo un papel importante en tiempos de César; y finalmente Germánico, general romano convertido en héroe  legendario cincuenta años después.

                        La Ciencia De Los Astros Al Servicio Del Poder

Así, asistimos a un giro en la historia de la astrología. 
En efecto, antes de que la astrología fuera elevada al rango de ciencia en Grecia, tuvo una estrecha relación con la religión y lo sagrado, tanto en las regiones del Oriente Próximo y Medio, que fueron su cuna, como en Egipto.
Pero, como sabemos, los griegos se preocuparon más en construir su propia identidad cultural, inspirándose en otras culturas anteriores, que en fundar un imperio, caso contrario de los romanos.
Así que éstos pronto olvidaron la República en beneficio del Imperio, y los emperadores, empezando por César, comprendieron rápidamente el provecho que podían sacar de la garantía de los astros, que todavía tenían un carácter divino y sagrado.

En efecto, si los astrólogos podían reconocer en el emperador una misión divina, una predestinación decidida por los dioses, entonces éste era una especie de dios viviente o encarnado,al igual que los faraones en Egipto o los reyes guerreros en Mesopotámia.

Pero en Roma, los sacerdotes caldeos,en lugar de los astrólogos griegos, ejercieron una influencia tan fuerte, desde mediados del siglo II antes de nuestra era, en la mentalidad del pueblo romano que, en un primer momento,fueron expulsados de la ciudad.
Sin embargo, durante el siglo siguiente, la astrología entró en las costumbres y creencias romanas.

Así, hacia el año 50 a.C., mientras la República estaba a punto de desaparecer y el Imperio renacía de sus cenizas, César fue el primero en iniciarse en la ciencia de los astros, que aprovechó en su favor.
Y en la obtención (le los cálculos precisos nació el famoso calendario juliano, elaborado por el astrónomo latino de origen griego Sosígenes en el año 46 antes de nuestra era. 
Siguiendo el camino marcado por César, el emperador Augusto, que sería divinizado en Roma, obligo al senado a votar una ley que prohibía las prácticas astrológicas fuera del poder político.
A partir de aquel momento, el astrólogo acompañaría y aconsejaría exclusivamente al emperador de Roma.


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