7 de diciembre de 2017

La Energía de Los Dedos – Dedo Anular - IV Parte -


La Energía del Dedo Anular


Al dedo anular se le asignan Apolo, el dios del sol, y el chakra base que rige la pelvis.
Esta fuerza otorga al ser humano la capacidad de resistencia, de imponerse y de perseverar.
Los chinos vinculan a este dedo el meridiano profundo del hígado.
La fuerza del hígado da a la persona paciencia, serenidad, esperanza y visión de futuro.
En la yema del dedo anular empieza también el «Triple Calentador».


Este meridiano rige todas las funciones de protección del cuerpo y es el responsable de la temperatura corporal, que a su vez rige las funciones celulares.

Si trabaja de forma óptima, otorga al ser humano la capacidad de conservar el equilibrio en situaciones difíciles, lo que es a su vez una condición imprescindible para el buen funcionamiento del sistema inmunológico.

En este dedo reina por tanto una fuerza que da apoyo, que trasciende y que tiene una tendencia ascendente.

Ejercicio


Sentado o echado.
Rodee el anular izquierdo con los cuatro dedos largos de la mano derecha; el pulgar debe tocar la palma de la mano derecha.
Cierre los ojos.
Imagínese una tierra árida y pedregosa de diversas maneras: desiertos y montañas, islas.
¿Qué pasa cuando las masas de tierra se ponen en movimiento?

¿Cuando la tierra se seca? ¿Cuando la tierra se ve expuesta a un sol ardiente?

Imagínese ahora una tierra fértil.
Deje que la vegetación vaya brotando: plantas pequeñas, plantas grandes, mucho verde. Ahora fíjese en una única semilla que descansa a gran profundidad bajo la tierra.
Con cada respiración sucede algo en su interior, hasta que la semilla se abre y germina un brote que crece en dirección a la luz.
Al mismo tiempo, echa raíces que penetran en la tierra cada vez a mayor profundidad.
Se convierte en un árbol que crece muy despacio.
Espere con paciencia y contemple cómo la planta se desarrolla hasta alcanzar su
tamaño.
El tiempo no tiene importancia. Sólo cuenta el crecimiento constante.
El árbol volverá a florecer cada año y dará frutos.
Pero nosotros, al igual que él, no sabemos por qué. Como el árbol, queremos entregarnos del todo a la vida y saber que tiene sentido, aunque nunca lleguemos a comprender del todo el gran misterio.
Y a nuestro crecimiento interior permanente, le sucede lo mismo que a él, que cambia cada año.
Ahora bien, nosotros podemos influir decisivamente en que ese cambio se produzca con alegría o con sufrimiento.

Retenga su dedo durante un rato más y perciba el flujo de calor.
Luego rodee el dedo anular derecho y sosténgalo también durante un rato.




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