La diversidad de dioses hace que el hinduismo acepte tranquilamente la múltiple adoración de innumerables divinidades con gran diversidad de ritos.
El mundo fantasioso y legendario del panteón hindú, con sus divinidades en forma de hombres o de animales, rodeadas de héroes, demonios y bailarinas celestiales.... lleva al pueblo de las castas inferiores a realizar un culto a los dioses a quienes tratan como si fueran de carne y hueso: les traen alimentos para comer, los bañan con agua, los visten con telas de colores, les traen flores.
Las flores de las ofrendas las seleccionan por colores pues cada divinidad tiene sus preferencias. Visnú prefiere los jazmines blancos. A Siva le gusta el color azul...etc.
La fantástica imaginación de los hindúes no halla inconveniente delante de las formas corporales más diversas de los dioses.
La multiplicación de brazos representa plásticamente el poder extraordinario del dios.
La grandeza de espíritu se puede representar por la diversidad de cabezas en una sola estatua.
La omnipotencia de dios se representa muchas veces por la reiterada repetición de la misma imagen (sobre todo en las fachadas de los templos)...etc.
Un rito muy importante en la religiosidad hindú es el baño sagrado.
A la salida del sol todos los hindúes se bañan en un río o estanque.
El agua es sagrada por su poder purificador. El río más sagrado es el Ganges. Lo llaman "Nuestra madre Ganges"
A la orilla occidental el Ganges se asienta Benarés, la ciudad religiosa, centro del hinduísmo.
Los hindúes van allá en peregrinación para visitar los innumerables templos (más de 1400) y tomar el baño purificador en el río sagrado.
Cuando un hindú piensa que sus días están contados, viaja, por poco que pueda, a la ciudad santa de Benarés.
Allí espera el más grande acontecimiento de su vida: la muerte. Por ella confía liberarse definitivamente de la larga condena de reencarnaciones.
Por las calles de Benarés pululan ancianos, enfermos, viudas y miles de peregrinos de toda edad y condición.
Unas anchas escaleras de piedra distribuidas a lo largo de toda la ciudad bajan de los templos hasta el río. En los escalones se suelen leer inscripciones que ambientan la actitud religiosa de los que por ellos van o vienen del baño sagrado.
Los hindúes esperan conseguir la purificación de todos sus pecados mediante un baño, a la salida del sol, en las aguas santas del río.
Todos los hindúes desean morir en Benarés.
Los que allí mueren son trasladados a la orilla del río. Se prepara una hoguera y el cadáver es incinerado. Las cenizas del muerto son recogidas y trasladadas en barca al lugar santo, donde las aguas azules del mar se unen con las oscuras del ganges, y en unión de pétalos de flores, son esparcidas sobre el agua.
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