24 de noviembre de 2017

Ser un Canal de Reiki


El Reiki es el poder inteligente del cosmos, sea que se manifieste a escala global o local.

Y un practicante Reiki es aquella persona que está sintonizando
conscientemente a esa fuerza universal y que por tanto se deja guiar por su sabiduría intuitiva.

Por tanto, al ser canal puedes sentir la vibración del amor, sentir el amor en uno y como canal y no sanador, la Paz y Sanación no serán transmitidas si no se tiene fe en lo que se hace.
Somos instrumentos del Padre-Madre-Centro, somos
servidores suyos.

Si fuera sanador mi preocupación se centraría en curar tu dolencia mientras me despreocupo del señor que tiene la dolencia puesto que no interviene para nada en ella y , menos aún, Dios Padre-Madre-Centro.
Esto lleva implícito el supeditar al paciente sobre el terapeuta.
Tanto el propio paciente que se rinde a manos del señor que le va a quitar su dolor, como por otro el terapeuta tomando el control de su vida y de su enfermedad.
Quiero decir con esto que el enfermo es dueño de su propia enfermedad y debe hacerse cargo de ella, no dejándola a otros sino haciéndose cargo y ver que ello viene producido por sí mismo y sólo él tiene la respuesta que abre la puerta a su sanación.

Sanar su cuerpo significa también sanar una parte de sí mismo.

Un Canal por el contrario, hace de intermediario en la sanación entre Dios y la persona, y la sanación se origina en la parte espiritual pues la mayoría de las veces una disfunción en el cuerpo material esconde su origen en los demás cuerpos.
Aquí lo importante es la parte espiritual, más que la física.
Si a consecuencia de una sanación espiritual se produce una física, eso es otra cosa.

Atención, no debemos de reprimir nuestro deseo de curar pues somos seres humanos pero debemos siempre aceptar el libre albedrío de las personas con respecto a su curación pues un enfermo podría querer curarse pero su Ser Superior puede decir lo contrario a la espera un cambio de su ser 3D como parte de alguna lección.

Las enfermedades pueden ser catalizadores de cambios, no solamente para los protagonistas sino para su familia o allegados.
El cambio puede producirse por tener que cambiar de lugar de trabajo o vivienda o tener que cuidar a alguien que al final te obligue a pensar en ciertas cosas o que cambies de hábitos.

Las posibilidades son infinitas y casi podemos decir que las interrelaciones de todos estos, vamos a llamarlos contratos de unos con otros, hace que veamos este mundo con otros ojos y que todo, todo, todo, tiene un porqué.

No hay que echarle la culpa de nuestros males pues todo lo que nos pasa es por una buena razón, dolorosa algunas veces pero necesaria para nuestra evolución.

Ya adelanto de las posibles incongruencias con ciertos términos que a lo largo del libro veréis remarcar hasta la saciedad varias ideas.
Por un lado hablo de la total libertad de movimientos con la energía Reiki que puede confundirse en
muchas ocasiones perfectamente con la ausencia de reglas, y por otro del Poder del Pensamiento cuando lo enfocamos para conseguir una sanación cuando lo primero que un buen sanador hace es dejar que la voluntad de nuestro Padre se haga cargo de ello unido al libre albedrío de la persona a sanar.
Ahora hablaré un poco más de esto.

En ambos casos, la experiencia me ha enseñado que Reiki se amolda al modo y al arte de cada Canal.

Se acomoda a nosotros porque no debemos olvidar que Dios es el último y más Alto Ser que utiliza su Poder para desarrollar una de sus múltiples facetas: la de servício a los demás.
Qué mayor lección para todos de Amor y Entrega en el servicio a todo lo creado por Él mismo.

Mikao Usui decía que la sanación era una consecuencia de nuestra conexión con Dios a través de Reiki y no la causa principal, pero verás a lo largo del libro mandatos, afirmaciones y posiciones de manos para cada tipo de dolencia en las que se atiende a esa sanación.

Debo aclarar que Usui hablaba de “acercarse a Dios para elevarnos”, y matizaría que nuestra acción en está Nueva Era se centra más a “tomar conciencia de Dios en mí”.

No hay exclusión de uno u otro concepto, es más una evolución natural de nuestra espiritualidad.
En un principio, los dioses estaban representados en los distintos elementos de la naturaleza, más tarde claudicaron por otros con el empuje y desarrollo de las ideas monoteístas.
De ahí hasta nuestros días poco ha cambiado.
Somos pequeñas piezas a merced de sus designios.
En algunos momentos fue Juez y Castigador implacable de almas hasta transformarse en un Padre
Amoroso para todos.
EL concepto de Dios y su interpretación ha cambiado a la par con la percepción de nuevas realidades y del análisis de nuestros propios sentimientos internos.

En la Historia del Hombre, ese Dios ha vivido por siempre fuera de nosotros y la única relacción con él ha sido la de señor y vasallo, la de dirigir la mirada hacia arriba en busca de su apoyo y su misericordia, el concepto de pecado original por la que ya estábamos marcados desde el nacimiento y por ello la
causa de venir a sufrir a este mundo para conseguir como premio, a través del sometimiento más absoluto, los placeres prometidos del Cielo, en una vida mejor que nunca era la suya actual.
Y ese pensamiento nos ha marcado muy hondo, sin mencionar religión alguna, ha convencido de esa verdad siempre impuesta para someternos a un poder delegado por Dios y mandado desde la tierra.

Pero no hay que preocuparse ni lamentarse por lo que fue y menos hacer culpables
a nadie.
Todo lo que ocurre en la vida tiene una buena razón de ser.
Estamos aprendiendo a ver la Luz Interna y para ello hemos pasado por todo tipo de grados desde los comienzos del ser humano.
Para conocer algo con profundidad hay que contemplar todas sus facetas.

Con lo explicado anteriormente, el sentido de las palabras del Maestro Usui no le quitan un ápice de verdad pero sí le añaden nuevos matices a mi entender porque sigue tan vigente como antaño ese anhelo de Comunión con Él.


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