20 de diciembre de 2017

Almas En Pena - Leyenda -


Esta historia sucedió hace 15 años, más o menos, en un pequeño y escondido pueblecito de Asturias. 

Los vecinos estaban aterrados ya que todas las noches a las 00:00 se escuchaban misteriosos ruidos que parecían proceder de unas cadenas que rozaban el suelo, las cortinas se movían sigilosamente debido al siniestro murmullo del viento. 
Era como si un fantasma vagara por esas calles y fuese dejando una fuerte ráfaga de aire frío a su paso. 

La gente se hacía muchas preguntas sobre aquello, pero nunca llegaban a una conclusión concreta, lo único que podían saber con certeza era que los ruidos salían del cementerio, a las afueras del pueblo. 

Un día un muchacho del pueblo se decidió a averiguar si eso que atemorizaba a todos era un espectro, como al principio se pensaba, o no. 
Esa misma noche salió de su casa con rumbo al cementerio. 
Nada más pisar allí pudo escuchar el lento y fúnebre toque de las campanas que daban las 12; pero él, valiente y decidido, no tuvo miedo, pues nunca había creído en esas cosas. 

Poco a poco Alfredo, que era así como se llamaba, se fue adentrando cada vez más hasta que sintió, a su espalda, la presencia del fantasma y de las pesadas y oxidadas cadenas que arrastraba. 
Se volvió bruscamente y sin pensárselo dos veces le disparó en medio de su frente, provocándole la muerte al instante. Todo parecía haber terminado... pero... 

De repente Alfredo cayó al suelo de rodillas, se quedó sin palabras; un sudor frío recorrió todo su cuerpo, sus ojos se desencajaron y una palidez mortal decoloró todo su rostro; pues descubrió que había matado a su propio hermano, Luis. 

Justamente un año después un par de hermanos, Ana e Imanol, fueron a ese mismo lugar, pues Imanol quería asustar a Ana gastándole una broma, quizá, demasiado pesada. 
Al paso por el lugar donde se hayan las tumbas de Alfredo y Luis la pareja sintió un amenazador susurro: 

-¡Fuera de aquí! O la muerte vendrá a por vosotros...ya está cerca... 

Los niños pensaron que sólo era una tontería y con una seca carcajada ignoraron lo ocurrido. 
Así, los espíritus cumplieron su amenaza y les robaron las almas.
Los cuerpos quedaron rígidos, con los labios blancos y cortados, muertos, ¡muertos de horror! 

Se cuenta que cada año, el 8 de Noviembre a las 12 de la noche muere cualquier persona que esté en ese cementerio y su alma será castigada a vagar eternamente, junto con Imanol y Ana, alrededor de las tumbas de Alfredo y Luis.


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