14 de diciembre de 2017

Esculapio - Historia


Esculapio (para los romanos) o Asclepios (en griego ‘incesantemente benévolo’) era el dios de la curación en la mitología.
A pesar de ello, los estudios dicen que Esculapio existió realmente en Tesalia, y que era un médico de gran fama.
Después de su muerte, fue deificado y entonces empezaron las leyendas, siendo venerado en Atenas y Corinto, y también en Pérgamo, ciudad donde mucho después nació Galeno.

La Leyenda

Cuenta también la leyenda que, a pedido Plutón, dios de los infiernos Júpiter tuvo que hacer morir a Esculapio porque este curaba a los enfermos y resucitaba a los muertos, y así el infierno se quedaba desierto.
Por solicitud de su padre Apolo, Esculapio quedó inmortalizado, permaneciendo entre las estrellas en el cielo (constelación Ofiuco).
Otra versión dice que se le quitó el poder de resucitar a los muertos y se le limitó a ejercer la sanación.

La templos o Asclepiones

Esculapio es asociado con el arte de curar y, en la antigüedad, se erigieron templos en su honor en diferentes lugares de Roma, Grecia y Egipto.
Los templos dedicados a Esculapio se llamaban asclepiones.
El famoso Santuario de Epidauro en el Peloponeso fue probablemente el primer asclepión.
Comprendía salas de ejercicios físicos y estancias especiales para los enfermos y un gran teatro.
Llegó a ser el centro terapéutico más grande de la antigüedad y se desarrolló una verdadera escuela de Medicina.
El más famoso de los sucesores de Esculapio fue Hipócrates.
El auge del culto se dio entre los años 370 y 250 a. C. y su desarrollo continuó vigente hasta el 426 d. C., cuando el emperador romano Teodosio lo mandó clausurar junto con los demás santuarios paganos.

La Terapia

Los enfermos llegaban al santuario desde muchos lugares con la esperanza de que el dios médico los curaría.
Cada persona debía hacer una donación; es decir, debía pagar honorarios.
En un fragmento de una comedia de Aristófanes, se describen las actividades que se llevaban a cabo durante el llamado sueño terapéutico: “
Cuando llega la noche los enfermos se acuestan en las camas de reposo (gr. cline; de donde proviene el término clínico).
Los siervos del templo (gr. therapeutes) apagan las luces y piden silencio total.
Luego, un sacerdote da una vuelta para recoger de los altares el pan de oblación. Después aparece el dios escoltado por sus dos hijas y un esclavo. Va de cama en cama para examinar a los enfermos y también mezcla ungüentos y jarabes”.

Las causas psicosomáticas de muchas enfermedades, la importancia de la disposición y la fe de quien solicitaba ayuda, así como la irradiación del lugar donde se llevaba a cabo el tratamiento cumplieron un papel decisivo en el éxito que alcanzaron las curaciones en los templos bajo la protección de Esculapio.

El Legado

Esculapio tuvo varios hijos: dos médicos que son mencionados en La Ilíada, y las mujeres: Hygeia, (de donde deriva el término “higiene”, que es la preservadora de la salud), Panaqueia (Panacea, ‘la que todo lo cura’, farmacéutica), Egle (oculista y partera) y Laso (enfermera).

Hipócrates, al anunciar su famoso juramento, coloca a Esculapio y lo pone por testigo junto a Apolo, Higeia y Panacea para que se cumpla la palabra empeñada “hasta donde tenga poder y capacidad”.

Aunque ninguna de las estatuas de Esculapio son originales, existen muchas reproducciones por Fidias y Mirón.
Algunas de ellas pueden admirarse en los Uffizzi en Florencia, el Louvre de París y los museos de Dresden y Nápoles.
Se le representa como un hombre maduro, con barba y mirada serena.
Aparece con un manto y lleva la copa con la bebida salutífera, el báculo con la serpiente enroscada y un perro en recuerdo del que llevaba consigo el pastor que, según la leyenda, recogió a Esculapio de niño. Y como mencionáramos previamente, el bastón de Esculapio quedó para la posteridad como símbolo de la medicina.


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