25 de diciembre de 2017

Ariadna – Diosa Griega


Ariadna fue, en la mitología griega, la hija de Minos y Pasífae, los reyes de Creta que atacaron Atenas tras la muerte de su hijo Androgeo.

A cambio de la paz, los atenienses debían enviar siete hombres jóvenes y siete doncellas cada año para alimentar al Minotauro.

Un año, Teseo, hijo de Egeo, rey de Atenas, marchó voluntario con los jóvenes para liberar a su pueblo del tributo.

Ariadna se enamoró de Teseo a primera vista, como otros personajes femeninos que ayudaron a provocar el nuevo orden (un mitema que caracterizado como los desertores por Ruck y Staples), y le ayudó dándole una espada mágica y un ovillo del hilo que estaba hilando o, según otras fuentes, una corona luminosa para que pudiese hallar el camino de salida del Laberinto tras matar al Minotauro.

Ariadna huyó entonces con Teseo, pero según Homero no pudo lograrla, porque Artemisa la mató en Día, situada en medio de las olas, por la acusación de Dioniso. Homero no explica la naturaleza de la acusación de Dioniso.

En Hesíodo y la mayoría de las demás fuentes, Teseo abandonó a Ariadna dejándola dormida en Nexos y Dioniso la redescubrió y se casó con ella.

Con él fue madre de Enopión, la personificación del vino, y fue ascendida a los cielos como la constelación Corona Borealis.

Ariadna permaneció fiel a Dioniso, pero más tarde Perseo la mató en el campo de batalla de Argos.
En otros mitos Ariadna se ahorcó de un árbol, como Erígone y la Artemisa ahorcada, un tema mesopotámico.

Sin embargo Dioniso descendió al Hades y la trajo de vuelta junto con su madre Sémele.
Juntos se unieron entonces a los dioses del Olimpo.
Algunos investigadores creen, debido a su asociación con el hilo y los giros, que era una diosa de la tejedura, como Aracne, y sostienen tal afirmación con el mitema de la ninfa ahorcada.
Ariadna fue especialmente adorada en Naxos, Delos, Chipre y Atenas.
Algunos investigadores creen que Ariadna es el epíteto tras el que se esconde una primitiva diosa de la fertilidad de Creta,el primer personaje divino de la mitología griega en ser inmediatamente reconocido en Creta (Kerenyi 1993, p. 83), una vez hubo comenzado la arqueología.

Creen que este personaje debe identificarse con el teónimo documentado en tablillas micénicas da-pu-ri-to-jo po-ti-ni-ja («Señora del Laberinto») y que para Homero y la mitología griega posterior, los orígenes divinos de Ariadna se diluyeron. En una copa ática (kílix) del pintor Aisón (c. 425–410 a. C., M.A.N., Madrid), Teseo arrastra al Minotauro desde un laberinto parecido a un templo, pero la diosa que le ayuda es Atenea.

Para los mitógrafos atenienses la mentora del fundador de Atenas es Palas Atenea y Ariadna no es más que un trofeo.

Según algunos habría en realidad dos Ariadnas:

1. La esposa de Dioniso a la que mató Perseo.

2. La princesa que se enamoró de Teseo, y que habría nacido dos generaciones después.

En la mitología romana, la diosa comparable es Libera y los poetas romanos la asociaban con la Ariadna greco-minoica.

Ariadna es la hija del rey Minos y Pasifae de Creta.

Su padre tenía en un laberinto al minotauro, a quien había que alimentar con gente ateniense cada nueve años.

La tercera vez que los atenienses debían pagar su tributo, Teseo, -hijo de Egeo, el rey de Atenas- se ofrece a ir y matar al minotauro.

El problema era que el minotauro vivía en un laberinto del que no se podía escapar.

La hija de Minos, Ariadna vio a Teseo y se enamoró de él, por lo que decidió ayudarlo con la condición de que se casara con ella y se la llevara lejos de su temible padre.

Teseo aceptó, y así fue como Ariadna le regaló un ovillo para que una vez en el laberinto, fuera desenrrollándolo y pudiera servirle de guía al regreso e indicarle el camino de regreso.

Cuando Minos supo que Teseo había matado al minotauro montó en cólera por lo que Teseo tuvo que apresurarse en la huída en la que lo acompañó Ariadna.

Pero ella nunca llegó a ver la tierra de Teseo, Atenas, pues en una escala que él hizo en la isla de Naxos, la abandonó dormida en la orilla.

Las versiones de esta traición varían mucho y se han hecho un sinnúmero de hipótesis.

Se ha dicho que Teseo dejó a Ariadna en la playa porque estaba enamorado de otra mujer, también que fue por orden de los dioses, o sino que mientras ella se encontraba en la playa recuperándose de un mareo, él regresó al barco, y este sarpó impulsado por un misterioso viento.

Pero, Ariadna no se amilanó mucho y olvidó sus penas de amor con el dios Dionisio, quien se había enamorado profundamente de ella.

Se casó con ella y la llevó al Olimpo.

Como regalo de bodas le dio una diadema de oro que hizo Hefesto y que luego se convirtió en constelación.

Sus hijos con Dionisio fueron Toante, Estásfilo, Enopión y Pepareto.

Su muerte es objeto de varias versiones pues hay quienes dicen que Artemis la mató, cumpliendo órdenes de Dionisio.

Pero también hay quienes opinan que ella murió en la isla de Naxos, donde Teseo la había abandonado cuando ella dio a luz.

Hace miles de años, la isla de Creta era gobernada por un famoso rey llamado Minos.

Eran tiempos de prosperidad y riqueza.
El poder del soberano se extendía sobre muchas islas del mar Egeo y los demás pueblos sentían un gran respeto por los cretenses.
Minos llevaba ya muchos años en el gobierno cuando recibió la terrible noticia de la muerte de su hijo.

Había sido asesinado en Atenas.

Su ira no se hizo esperar. Reunió al ejército y declaró la guerra contra los atenienses.

Atenas, en aquel tiempo, era aún una ciudad pequeña y no pudo hacer frente al ejército de Minos. Por eso envió a sus embajadores a convenir la paz con el rey cretense.
Minos los recibió y les dijo que aceptaba no destruir Atenas pero que ellos debían cumplir con una condición: enviar a catorce jóvenes, siete varones y siete mujeres, a la isla de Creta, para ser arrojados al Minotauro.

En el palacio de Minos había un inmenso laberinto, con cientos de salas, pasillos y galerías.
Era tan grande que si alguien entraba en él jamás encontraba la salida.

Dentro del laberinto vivía el Minotauro, monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre.
Cada luna nueva, los cretenses debían internar a un hombre en el laberinto para que el monstruo lo devorara. Si no lo hacían, salía fuera y llenaba la isla de muerte y dolor.
Cuando se enteraron de la condición que ponía Minos, los atenienses se estremecieron.

No tenían alternativa. Si se rehusaban, los cretenses destruirían la ciudad y muchos morirían.

Mientras todos se lamentaban, el hijo del rey, el valiente Teseo, dio un paso adelante y se ofreció para ser uno de los jóvenes que viajarían a Creta.

El barco que llevaba a los jóvenes atenienses tenía velas negras en señal de luto por el destino oscuro que le esperaba a sus tripulantes.

Teseo acordó con su padre, el rey Egeo de Atenas, que, si lograba vencer al Minotauro, izaría velas blancas. De este modo el rey sabría qué suerte había corrido su hijo.
En Creta, los jóvenes estaban alojados en una casa a la espera del día en que el primero de ellos fuera arrojado al Minotauro.

Durante esos días, Teseo conoció a Ariadna, la hija mayor de Minos.

Ariadna se enamoró de él y decidió ayudarlo a Matar al monstruo y salir del laberinto.

Por eso le dio una espada mágica y un ovillo de hilo que debía atar a la entrada y desenrollar por el camino para encontrar luego la salida.

Ariadna le pidió a Teseo que le prometiera que, si lograba matar al Minotauro, la llevaría luego con él a Atenas, ya que el rey jamás le perdonaría haberlo ayudado.

Llegó el día en que el primer ateniense debía ser entregado al Minotauro.

Teseo pidió ser él quien marchara hacia el laberinto.

Una vez allí, ató una de las puntas del ovillo a una piedra y comenzó a adentrarse lentamente por los pasillos y las galerías.

A cada paso aumentaba la oscuridad. El silencio era total hasta que, de pronto, comenzó a escuchar a lo lejos unos resoplidos como de toro. El ruido era cada vez mayor.
Por un momento Teseo sintió deseos de escapar. Pero se sobrepuso al miedo e ingresó a una gran sala.
Allí estaba el Minotauro. Era tan terrible y aterrador como jamás lo había imaginado.

Sus mugidos llenos de ira eran ensordecedores. Cuando el monstruo se abalanzó sobre Teseo, éste pudo clavarle la espada. El Minotauro se desplomó en el suelo. Teseo lo había vencido.

Cuando Teseo logró reponerse, tomó el ovillo y se dirigió hacia la entrada.

Allí lo esperaba Ariadna, quien lo recibió con un abrazo.

Al enterarse de la muerte del Minotauro, el rey Minos permitió a los jóvenes atenienses volver a su patria.

Antes de que zarparan, Teseo introdujo en secreto a Ariadna en el barco, para cumplir su promesa. A ella se agregó su hermana Fedra, que no quería separarse de su hermana.
El viaje de regreso fue complicado. Una tormenta los arrojó a una isla. En ella se extravió Ariadna y, a pesar de todos los esfuerzos, no pudieron encontrarla.

Los atenienses, junto a Fedra, continuaron viaje hacia su ciudad. Cuando Ariadna, que estaba desmayada, se repuso, corrió hacia la costa y gritó con todas sus fuerzas, pero el barco ya estaba muy lejos.

Teseo, contrariado y triste por lo ocurrido con Ariadna, olvidó izar las velas blancas.

El rey Egeo iba todos los días a la orilla del mar a ver si ya regresaba la nave.
Cuando vio las velas negras pensó que su hijo había muerto.
De la tristeza no quiso ya seguir viviendo y se arrojó desde una altura al mar.
Teseo fue recibido en Atenas como un héroe.
Los atenienses lo proclamaron rey de Atenas y Teseo tomó como esposa a Fedra.

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